EL CAIRO – Evidentemente, el candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos no es la primera opción de los líderes del GOP (siglas de “Grand Old Party”). Incluso ahora, tan próximos a las elecciones del 8 de noviembre, son varios los republicanos destacados que se niegan a darle su apoyo, y está de más decir que los demócratas lo aborrecen. Ganó la nominación de su partido porque era con mucho la opción más popular entre los votantes de las primarias republicanas.
Por otra parte, la demócrata Hillary Clinton es claramente una candidata del establishment. Aun así, para lograr la nominación de su partido tuvo que hacer frente al fuerte desafío del Senador Bernie Sanders, socialista autodeclarado de inclinaciones políticas mucho más a la izquierda de ella, y cuyo mensaje resonó especialmente entre los votantes más jóvenes de las primarias.
Los fenómenos de Trump y Sanders sugieren que los votantes estadounidenses no se sienten cómodos con las opciones políticas tradicionales. Según las últimas encuestas, una diferencia de un 5% separa a Trump y Clinton, y ambos tienen índices de rechazo históricamente altos. Independientemente de quién resulte vencedor, lo más probable es que los estadounidenses elijan a su nuevo presidente no porque lo prefieran, sino porque rechazan su alternativa.
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China’s exceptional growth in recent decades has influenced the education and career choices of young people and their families. But now that high-skilled jobs are drying up and recent graduates are struggling to find work, there is a growing mismatch between expectations and new realities.
argues that the rise in joblessness among young people does not spell economic apocalypse for China.
Since 1960, only a few countries in Latin America have narrowed the gap between their per capita income and that of the United States, while most of the region has lagged far behind. Making up for lost ground will require a coordinated effort, involving both technocratic tinkering and bold political leadership.
explain what it will take finally to achieve economic convergence with advanced economies.
EL CAIRO – Evidentemente, el candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos no es la primera opción de los líderes del GOP (siglas de “Grand Old Party”). Incluso ahora, tan próximos a las elecciones del 8 de noviembre, son varios los republicanos destacados que se niegan a darle su apoyo, y está de más decir que los demócratas lo aborrecen. Ganó la nominación de su partido porque era con mucho la opción más popular entre los votantes de las primarias republicanas.
Por otra parte, la demócrata Hillary Clinton es claramente una candidata del establishment. Aun así, para lograr la nominación de su partido tuvo que hacer frente al fuerte desafío del Senador Bernie Sanders, socialista autodeclarado de inclinaciones políticas mucho más a la izquierda de ella, y cuyo mensaje resonó especialmente entre los votantes más jóvenes de las primarias.
Los fenómenos de Trump y Sanders sugieren que los votantes estadounidenses no se sienten cómodos con las opciones políticas tradicionales. Según las últimas encuestas, una diferencia de un 5% separa a Trump y Clinton, y ambos tienen índices de rechazo históricamente altos. Independientemente de quién resulte vencedor, lo más probable es que los estadounidenses elijan a su nuevo presidente no porque lo prefieran, sino porque rechazan su alternativa.
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