Tendencias y modas en Davos

El Foro Económico Mundial que cada año se celebra en Davos se percibe, correctamente, como un “barómetro” global. Sin embargo, el espectacular sol que hay sobre la ciudad estos días no puede disipar las sombras de la crisis financiera que han envuelto al mundo, causando una atmósfera de desesperanza y perdición en la reunión de este año. Hoy más que nunca, el orgulloso lema del foro, “Comprometidos con un mundo mejor”, parece estar desvinculado de la realidad. No es confianza lo que predomina en Davos 2008, sino una sensación de impotencia, si es que no aturdimiento, ante la creciente complejidad del mundo.

De hecho, Davos es menos un barómetro que nos ayuda a comprender las tendencias subyacentes que están dando forma al mundo que un espejo que refleja las ideas, las inquietudes y, tal vez, los rumores de moda. De los debates formales y las charlas informales con los colegas de la multitud de personas que acude a Davos, uno puede hacerse una idea de quién prefiere el establishment estadounidense que gane las próximas elecciones (Hillary Clinton), las predicciones para el próximo referendo en Irlanda acerca del tratado europeo “simplificado” (será una votación muy estrecha) y la imagen internacional del Presidente francés Nicolas Sarkozy (nada de buena).

Para esto no es necesario ir a Davos, pero es en las montañas suizas donde estas ideas adquieren un halo de legitimidad –llamémoslo el sello “Me lo dijeron en Davos”- que explican por qué los analistas económicos y políticos siguen regresando, a pesar de la combinación de pomposidad y vacuidad intelectual del Foro. Las eminencias que tienen el privilegio de acudir a este evento reciben la oportunidad de dar muestras de sabiduría y expresar pensamientos bien ponderados.

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