NUEVA YORK – A lo largo de mis 35 años de carrera en la conservación del medio ambiente, me he dado cuenta de que la crisis planetaria actual se debe no solo a la destrucción y a la negligencia, sino también a algo más profundo: la ceguera de nuestros sistemas económicos ante el valor de la naturaleza.
Mientras los gobiernos persiguen el crecimiento del PIB y las empresas tratan de maximizar las ganancias, no tienen en cuenta los vastos ecosistemas que sustentan nuestras economías, sociedades y bienestar personal. Gestionamos lo que medimos y, como los servicios ecosistémicos no aparecen en los balances, son invisibles, aunque sus consecuencias -explotación de los recursos naturales, destrucción del hábitat y contaminación del aire, la tierra, el agua y los océanos- nos miren a la cara.
Las consecuencias de seguir por el camino actual están bien documentadas. El Banco Mundial advierte que el colapso de unos pocos servicios ecosistémicos críticos, como la polinización silvestre y la pesca marina, podría reducir el PIB global en 2,7 billones de dólares anuales de aquí a 2030.
¿Cómo podemos hacer que la naturaleza sea más visible e integral en nuestra toma de decisiones? El Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza representa un primer paso importante. Al proporcionar a las instituciones financieras y a las empresas las herramientas necesarias para evaluar su dependencia de los ecosistemas naturales y el impacto que tienen en ellos, la iniciativa los anima y les permite reorientar los flujos financieros hacia inversiones positivas para la naturaleza.
Cuantificar estas relaciones no es tarea fácil. Pero las identificaciones digitales de la naturaleza ofrecen una solución prometedora. Al igual que las identificaciones personales les permiten a los ciudadanos ejercer sus derechos, recibir prestaciones públicas, acceder a servicios bancarios y emprender acciones legales, una identificación digital de la naturaleza podría ayudar a establecer métricas ambientales esenciales para contabilizar los ecosistemas que sustentan el desarrollo humano.
Una persona sin DNI corre el riesgo de ser invisible en la sociedad moderna. Lo mismo ocurre con la naturaleza. Asignar identificaciones seguras a los ecosistemas naturales podría protegerlos de una explotación incontrolada. Por ejemplo, una cuenca hidrográfica boscosa podría tener una identificación que almacenara información sobre sus características geográficas, biodiversidad y servicios ecosistémicos, junto con los beneficios cuantificables que proporciona a las comunidades locales e incluso a poblaciones más alejadas. Al cuantificar estos beneficios, podríamos dificultar que las empresas o los particulares tengan una actitud negligente o perjudicial con la naturaleza. Al dejar de ser invisible, el valor de la naturaleza estaría perfilado y reconocido legalmente, y sería mucho más difícil de explotar.
Access every new PS commentary, our entire On Point suite of subscriber-exclusive content – including Longer Reads, Insider Interviews, Big Picture/Big Question, and Say More – and the full PS archive.
Subscribe Now
Ahora que la digitalización está revolucionando los sistemas de identificación, nuestra capacidad para identificar, rastrear y medir ha alcanzado niveles que antes parecían inimaginables. Aadhaar -el sistema de identificación digital biométrico basado en datos de India- es un buen ejemplo. Al permitir la verificación instantánea de la identidad, Aadhaar ha proporcionado a más de 1.000 millones de personas acceso a una serie de servicios públicos y programas sociales. Del mismo modo, la infraestructura pública digital para el desarrollo sostenible ya asigna identificadores únicos a estructuras físicas como carreteras y puentes, subrayando su valor económico.
Un enfoque similar podría aplicarse a la naturaleza. Con el rápido desarrollo de las tecnologías móviles, una identificación digital de la naturaleza puede integrar el etiquetado digital, la teledetección y los datos de los sensores para el seguimiento en tiempo real de los ecosistemas naturales. La IA podría mejorar aún más estos sistemas, haciendo que los datos ambientales sean más accesibles y procesables. Imaginemos una parcela de datos geoetiquetada, superpuesta con características ecológicas clave e indicadores de salud ambiental, que ofrezca una instantánea holística y viva de un ecosistema específico. Una primera iteración de este concepto es la posibilidad de rastrear las cadenas de suministro para asegurarse de que la taza de café que llega a nuestras manos esté libre de deforestación.
Al integrar datos administrativos, ambientales y geográficos, las identificaciones digitales de la naturaleza podrían allanar el camino para ampliar los sistemas de pago basados en resultados, proporcionando una compensación justa a quienes protegen las selvas tropicales, los manglares y otros ecosistemas vitales que absorben carbono. También podrían mejorar la trazabilidad de las materias primas en las cadenas de suministro agrícolas y capacitar a los tenedores de derechos sobre la tierra, mejorando el acceso a créditos de biodiversidad, bonos verdes y préstamos vinculados a la gestión sostenible. Asimismo, un sistema de este tipo podría reforzar la protección jurídica de las comunidades indígenas y locales al incorporar registros claros y específicos de cada lugar.
Ahora bien, el desarrollo de una identificación digital de la naturaleza debe ser un esfuerzo de toda la sociedad, basado en los principios de inclusión y colaboración. Su diseño debe reflejar las preocupaciones de todas las partes interesadas, de modo que sirva como un bien público que impulse acciones positivas para la naturaleza a gran escala. Por encima de todo, debe defender los derechos, el bienestar y los sistemas de valores de los pueblos indígenas y de las comunidades locales, garantizando que conserven el control sobre los datos relacionados con sus tierras, recursos y modo de vida.
Para tener éxito, un sistema digital de identificación de la naturaleza debe integrarse en la infraestructura digital existente, permitiendo a los países adaptarlo y perfeccionarlo para ajustarlo a sus realidades socioeconómicas y ambientales únicas. Sería necesario que existieran leyes y políticas sólidas que promuevan el intercambio de datos, la estandarización y la certificación a fin de fomentar la interoperabilidad y brindar protección en contra de un uso indebido.
A gran escala, una identificación digital de la naturaleza podría convertirse en una herramienta transformadora para contabilizar el valor de los recursos naturales de nuestro planeta y sus contribuciones a la humanidad. Al reconocer y cuantificar las formas en que la naturaleza permite a nuestras sociedades y economías sobrevivir y prosperar, podemos dar paso a una nueva era de responsabilidad ambiental.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, con el apoyo de la Fundación Rockefeller y otros socios, ha venido desarrollando el concepto de identificación digital de la naturaleza como una infraestructura pública digital a través de la investigación y de consultas con los pueblos indígenas, los gobiernos, las ONG y el sector privado. Las opiniones expresadas aquí pertenecen a la autora y no reflejan necesariamente las de los financiadores o socios.
To have unlimited access to our content including in-depth commentaries, book reviews, exclusive interviews, PS OnPoint and PS The Big Picture, please subscribe
The geostrategic shock that has accompanied Donald Trump’s return to the White House is the functional equivalent of a full-blown crisis. It is likely to have a lasting impact on the US and Chinese economies, and the contagion is almost certain to spread throughout the world through cross-border trade and capital flows.
likens Donald Trump’s reversal of America’s global leadership role to a full-blown crisis, similar to COVID-19.
Jorge Heine
urges the Organization of American States to demonstrate leadership in Haiti, shows how small countries can implement a foreign policy based on active non-alignment, calls on China and Europe to diversify the global monetary system, and more.
US President Donald Trump’s dismantling of America’s foreign-aid program may be the wake-up call African leaders need. If necessity is the mother of invention, the end of USAID could galvanize African governments to confront their countries’ challenges head-on.
sees opportunities to promote local growth following a massive reduction in foreign aid.
NUEVA YORK – A lo largo de mis 35 años de carrera en la conservación del medio ambiente, me he dado cuenta de que la crisis planetaria actual se debe no solo a la destrucción y a la negligencia, sino también a algo más profundo: la ceguera de nuestros sistemas económicos ante el valor de la naturaleza.
Mientras los gobiernos persiguen el crecimiento del PIB y las empresas tratan de maximizar las ganancias, no tienen en cuenta los vastos ecosistemas que sustentan nuestras economías, sociedades y bienestar personal. Gestionamos lo que medimos y, como los servicios ecosistémicos no aparecen en los balances, son invisibles, aunque sus consecuencias -explotación de los recursos naturales, destrucción del hábitat y contaminación del aire, la tierra, el agua y los océanos- nos miren a la cara.
Las consecuencias de seguir por el camino actual están bien documentadas. El Banco Mundial advierte que el colapso de unos pocos servicios ecosistémicos críticos, como la polinización silvestre y la pesca marina, podría reducir el PIB global en 2,7 billones de dólares anuales de aquí a 2030.
¿Cómo podemos hacer que la naturaleza sea más visible e integral en nuestra toma de decisiones? El Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza representa un primer paso importante. Al proporcionar a las instituciones financieras y a las empresas las herramientas necesarias para evaluar su dependencia de los ecosistemas naturales y el impacto que tienen en ellos, la iniciativa los anima y les permite reorientar los flujos financieros hacia inversiones positivas para la naturaleza.
Cuantificar estas relaciones no es tarea fácil. Pero las identificaciones digitales de la naturaleza ofrecen una solución prometedora. Al igual que las identificaciones personales les permiten a los ciudadanos ejercer sus derechos, recibir prestaciones públicas, acceder a servicios bancarios y emprender acciones legales, una identificación digital de la naturaleza podría ayudar a establecer métricas ambientales esenciales para contabilizar los ecosistemas que sustentan el desarrollo humano.
Una persona sin DNI corre el riesgo de ser invisible en la sociedad moderna. Lo mismo ocurre con la naturaleza. Asignar identificaciones seguras a los ecosistemas naturales podría protegerlos de una explotación incontrolada. Por ejemplo, una cuenca hidrográfica boscosa podría tener una identificación que almacenara información sobre sus características geográficas, biodiversidad y servicios ecosistémicos, junto con los beneficios cuantificables que proporciona a las comunidades locales e incluso a poblaciones más alejadas. Al cuantificar estos beneficios, podríamos dificultar que las empresas o los particulares tengan una actitud negligente o perjudicial con la naturaleza. Al dejar de ser invisible, el valor de la naturaleza estaría perfilado y reconocido legalmente, y sería mucho más difícil de explotar.
Introductory Offer: Save 30% on PS Digital
Access every new PS commentary, our entire On Point suite of subscriber-exclusive content – including Longer Reads, Insider Interviews, Big Picture/Big Question, and Say More – and the full PS archive.
Subscribe Now
Ahora que la digitalización está revolucionando los sistemas de identificación, nuestra capacidad para identificar, rastrear y medir ha alcanzado niveles que antes parecían inimaginables. Aadhaar -el sistema de identificación digital biométrico basado en datos de India- es un buen ejemplo. Al permitir la verificación instantánea de la identidad, Aadhaar ha proporcionado a más de 1.000 millones de personas acceso a una serie de servicios públicos y programas sociales. Del mismo modo, la infraestructura pública digital para el desarrollo sostenible ya asigna identificadores únicos a estructuras físicas como carreteras y puentes, subrayando su valor económico.
Un enfoque similar podría aplicarse a la naturaleza. Con el rápido desarrollo de las tecnologías móviles, una identificación digital de la naturaleza puede integrar el etiquetado digital, la teledetección y los datos de los sensores para el seguimiento en tiempo real de los ecosistemas naturales. La IA podría mejorar aún más estos sistemas, haciendo que los datos ambientales sean más accesibles y procesables. Imaginemos una parcela de datos geoetiquetada, superpuesta con características ecológicas clave e indicadores de salud ambiental, que ofrezca una instantánea holística y viva de un ecosistema específico. Una primera iteración de este concepto es la posibilidad de rastrear las cadenas de suministro para asegurarse de que la taza de café que llega a nuestras manos esté libre de deforestación.
Al integrar datos administrativos, ambientales y geográficos, las identificaciones digitales de la naturaleza podrían allanar el camino para ampliar los sistemas de pago basados en resultados, proporcionando una compensación justa a quienes protegen las selvas tropicales, los manglares y otros ecosistemas vitales que absorben carbono. También podrían mejorar la trazabilidad de las materias primas en las cadenas de suministro agrícolas y capacitar a los tenedores de derechos sobre la tierra, mejorando el acceso a créditos de biodiversidad, bonos verdes y préstamos vinculados a la gestión sostenible. Asimismo, un sistema de este tipo podría reforzar la protección jurídica de las comunidades indígenas y locales al incorporar registros claros y específicos de cada lugar.
Ahora bien, el desarrollo de una identificación digital de la naturaleza debe ser un esfuerzo de toda la sociedad, basado en los principios de inclusión y colaboración. Su diseño debe reflejar las preocupaciones de todas las partes interesadas, de modo que sirva como un bien público que impulse acciones positivas para la naturaleza a gran escala. Por encima de todo, debe defender los derechos, el bienestar y los sistemas de valores de los pueblos indígenas y de las comunidades locales, garantizando que conserven el control sobre los datos relacionados con sus tierras, recursos y modo de vida.
Para tener éxito, un sistema digital de identificación de la naturaleza debe integrarse en la infraestructura digital existente, permitiendo a los países adaptarlo y perfeccionarlo para ajustarlo a sus realidades socioeconómicas y ambientales únicas. Sería necesario que existieran leyes y políticas sólidas que promuevan el intercambio de datos, la estandarización y la certificación a fin de fomentar la interoperabilidad y brindar protección en contra de un uso indebido.
A gran escala, una identificación digital de la naturaleza podría convertirse en una herramienta transformadora para contabilizar el valor de los recursos naturales de nuestro planeta y sus contribuciones a la humanidad. Al reconocer y cuantificar las formas en que la naturaleza permite a nuestras sociedades y economías sobrevivir y prosperar, podemos dar paso a una nueva era de responsabilidad ambiental.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, con el apoyo de la Fundación Rockefeller y otros socios, ha venido desarrollando el concepto de identificación digital de la naturaleza como una infraestructura pública digital a través de la investigación y de consultas con los pueblos indígenas, los gobiernos, las ONG y el sector privado. Las opiniones expresadas aquí pertenecen a la autora y no reflejan necesariamente las de los financiadores o socios.