La paz de los sepulcros en el Tibet

PRAGA – Los recientes acontecimientos en el Tibet y las provincias vecinas son causa de profunda preocupación. En efecto, la dispersión de una marcha de protesta pacífica organizada por monjes tibetanos que condujo a una ola de agitación salvajemente reprimida por el ejército y la policía china ha causado indignación en todo el mundo democrático.

La reacción de las autoridades chinas a las protestas en el Tibet evoca las prácticas totalitarias de los días anteriores a que el comunismo en Europa central y del Este cayera en 1989 que muchos de nosotros recordamos: una censura estricta de los medios nacionales, la suspensión de los informes de los medios internacionales provenientes de China, la negación de visas a periodistas extranjeros y la asignación de la culpa de la conmoción al “grupo conspirador del Dalai Lama” y otras fuerzas oscuras no especificadas supuestamente manipuladas desde el exterior. En efecto, el vocabulario utilizado por algunos representantes del gobierno chino evoca los peores momentos de las eras estalinista y maoísta. Pero el acontecimiento más peligroso de esta desafortunada situación es el actual intento de aislar al Tibet del resto del mundo.

En el momento de escribir estas líneas, es claro que los gobernantes de China están intentando tranquilizar al mundo en cuanto a que la paz, la tranquilidad y la “armonía” reinan de nuevo en el Tibet. Todos conocemos este tipo de paz por lo que ha sucedido en el pasado en Birmania, Cuba, Belarús y algunos otros países – es la paz de los sepulcros.

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