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¿Hay justificación para las protestas violentas?

MELBOURNE/LODZ – A fines de mayo y en junio, tras la brutal muerte de George Floyd bajo la rodilla de un policía en Minneapolis, hubo en Estados Unidos y todo el mundo protestas masivas contra el racismo sistémico. La muerte de Floyd vino a continuación de muchos casos anteriores de policías que mataron a afroamericanos desarmados que no actuaban con violencia. En general las protestas fueron pacíficas, pero algunas se convirtieron en disturbios con numerosos incidentes de saqueo y vandalismo. La legitimidad de protestar contra la brutalidad policial y el racismo es indudable, pero ¿qué ocurre cuando las protestas se vuelven violentas?

La defensa filosófica más razonada de las protestas violentas la formuló Avia Pasternak, del University College de Londres. Según la definición de Pasternak, un disturbio es «un tumulto público en el que un gran grupo de actores, en forma espontánea y sin organización formal, comete actos ilegales y de confrontación abierta con las fuerzas de la ley». Añade que es común que los participantes provoquen daños a bienes de propiedad pública o privada, y también a personas, a menudo durante los enfrentamientos con la policía. Aunque el artículo de Pasternak es anterior a la muerte de Floyd, ofrece un marco para evaluar los hechos sucedidos después.

Pasternak parte de la idea, surgida del debate sobre la ética de la guerra, de que en ciertas condiciones es permisible dañar a otras personas (incluso inocentes) para defenderse de un ataque injusto. Por lo general se estipulan tres condiciones:

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