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La agonía sin fin del Brexit

LONDRES – De modo que la primera ministra Theresa May sobrevivió para otras batallas. El Partido Conservador en la Cámara de los Comunes revalidó la confianza en su liderazgo, por 200 votos contra 117 (una victoria no muy aplastante). Es difícil recordar otro gobierno británico sumido en una crisis de liderazgo tan continua. May, una dama no tanto de hierro cuanto terca y perseverante, ha comenzado otra ronda de intentos de sacarle a la dirigencia europea unas pocas concesiones más para que el acuerdo de divorcio que negoció sea un poco más aceptable para su partido (si no lo es para la mayoría de la opinión pública).

En junio de 2016 el pueblo británico decidió abandonar la Unión Europea, por un exiguo margen de 51,9% contra 48,1% en un referendo nacional. Se invocó el artículo 50 del Tratado de Lisboa, y está previsto que el Reino Unido salga del bloque el 29 de marzo de 2019. Pero la cuestión irlandesa, la política interna del Partido Conservador y la aritmética parlamentaria han hecho que el proceso del Brexit sea cualquier cosa menos sencillo.

El RU y la República de Irlanda comparten una frontera terrestre que separa al segundo país (que permanecerá en la UE) de Irlanda del Norte, que es parte del RU. De modo que el Brexit dejaría a Irlanda del Norte fuera de la unión aduanera de la UE y a la República Irlandesa dentro. De allí los agónicos esfuerzos de May para conseguir un acuerdo que evite la creación de una frontera “dura” con controles aduaneros.

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