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El mayor amortiguador del mundo

MUNICH – Desde el pasado otoño, varios economistas angloamericanos –pero sobre todo el premio Nobel de 2008– Paul Krugman, han acusado a Alemania de no hacer lo suficiente para luchar contra la crisis económica mundial y de parasitismo de los programas de estímulo de otros países. Recientemente, The Financial Times preguntó dónde estaban los economistas alemanes que defienden las políticas de Alemania, con lo que expresaba la suposición de que disienten de las políticas de su gobierno, pero son demasiado cobardes para decirlo públicamente y se someten a los rituales de la “sociedad del consenso” alemana. Desde un punto de vista alemán, el debate constituye una inversión ridícula de la verdad.

Alemania ha ejecutado dos programas de estímulo económico, que han ascendido a 80.000 millones de euros, es decir, el 3,2 por ciento del PIB, del que el 1 por ciento del PIB entrará en vigor en 2009. A primera vista, es en verdad inferior al programa americano, que asciende en total al 6,2 por ciento del PIB, el dos por ciento del cual se gastará en 2009, pero se trata de una impresión engañosa, ya que el Estado alemán, mediante la flexibilidad inherente a su sistema de asistencia social, ya contribuye a estabilizar la economía mundial.

De hecho, las generosas políticas de seguro de desempleo de Alemania garantizan que los afectados podrán mantener sus niveles de consumo aun cuando pierdan sus empleos. Alemania tiene incluso subsidios a corto plazo que permiten a las empresas reducir el horario laboral de sus empleados y el Estado reembolsa en parte su pérdida de ingresos. Sin ese subsidio a corto plazo, el número medio de desempleados en 2009 ascendería a 300.000 más que ahora.

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