Apenas medio año después de haber asumido el cargo de Primer Ministro de Japón, Shinzo Abe está provocando ira en toda el Asia y sentimientos encontrados en el país que es su aliado clave, Estados Unidos. Pero, ¿usará la administración Bush su influencia para apartar a Abe del comportamiento provocador?
El antecesor de Abe, Junichiro Koizumi, fue un líder que rompió moldes y revivió la economía de Japón, reformó el sistema de ahorro postal y destrozó el sistema de facciones del Partido Democrático Liberal que ha gobernado durante mucho tiempo. Pero Koizumi también legitimó un nuevo nacionalismo japonés, irritando a China y Corea del Sur con sus visitas anuales al santuario de Yasukuni. Abe, si acaso, está aún más comprometido con la construcción de un Japón seguro de sí mismo y sin arrepentimientos.
Cualquiera que crea que la controversia sobre Yakusuni es un oscuro tema histórico con el que los chinos y coreanos golpean a Japón para sacar provecho político probablemente no haya estado mucho tiempo ahí. El problema no son los doce criminales de guerra que están enterrados en el santuario; el verdadero problema es el museo militar Yushukan contiguo.
Apenas medio año después de haber asumido el cargo de Primer Ministro de Japón, Shinzo Abe está provocando ira en toda el Asia y sentimientos encontrados en el país que es su aliado clave, Estados Unidos. Pero, ¿usará la administración Bush su influencia para apartar a Abe del comportamiento provocador?
El antecesor de Abe, Junichiro Koizumi, fue un líder que rompió moldes y revivió la economía de Japón, reformó el sistema de ahorro postal y destrozó el sistema de facciones del Partido Democrático Liberal que ha gobernado durante mucho tiempo. Pero Koizumi también legitimó un nuevo nacionalismo japonés, irritando a China y Corea del Sur con sus visitas anuales al santuario de Yasukuni. Abe, si acaso, está aún más comprometido con la construcción de un Japón seguro de sí mismo y sin arrepentimientos.
Cualquiera que crea que la controversia sobre Yakusuni es un oscuro tema histórico con el que los chinos y coreanos golpean a Japón para sacar provecho político probablemente no haya estado mucho tiempo ahí. El problema no son los doce criminales de guerra que están enterrados en el santuario; el verdadero problema es el museo militar Yushukan contiguo.