La tragedia de Zidane

Cuando los dioses quieren destruir a alguien, le conceden sus deseos. Zinedine Zidane puede estar meditando hoy sobre esa muestra de la antigua sabiduría griega. Tras anunciar que pondría fin a su carrera profesional con la Copa Mundial de Fútbol, Zidane ha visto cumplido su deseo. Después de que Francia sobreviviese apenas a la primera ronda del campeonato, Zidane actuó al máximo de sus capacidades y condujo al equipo hasta casi conseguir una segunda Copa del Mundo, pero, en lugar de acabar su carrera con el triunfo, o al menos con una ovación, fue expulsado de la final por dar un cabezazo a un jugador italiano. Pocos momentos ha habido tan trágicos en la historia del fútbol.

Fuera cual fuese la provocación que incitó el comportamiento de Zidane (probablemente un comentario de carácter racista), su violento acto, visto por todo el mundo, ha empañado su reputación. La triste paradoja es que, mientras el mundo ha ido conociendo y celebrando su legendaria bondad como persona, ahora se distinguirá para siempre por un acto de agresión.

De hecho, la categoría de Zidane como campeón emblemático del deporte más popular y universal no explica totalmente por qué la gente ha estado tan obsesionada con él. Sus cualidades humanas, tanto como su talento y sus proezas técnicas en el campo, contaron igualmente para que recibiera la aclamación popular.

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