El mundo secreto de la circuncisión femenina

NAIROBI – Cuando era una niña en la zona rural de Kenia, era una secreta admiradora de la mutilación genital femenina. Me dejaba llevar por las charlas de amigos y personas mayores sobre cómo una vez que una niña se somete al "corte", gana respeto y los hombres adultos la consideran apropiada para el matrimonio. Quizás estas fueron las razones por las que, a la edad de 13 años, quería ansiosamente que me "circuncidaran" y volverme una "mujer real".

Sin embargo, mi madre se oponía a la práctica porque era (y sigue siendo) cristiana y quería que yo me educara y escapara del destino de muchas niñas de mi comunidad que se casan con hombres mayores y luego pierden su autonomía. Intenté persuadir a mi madre de que permitiera mi circuncisión, pero ella se opuso.

La decisión de mi madre me enfureció. Frustrada, hablé con otras chicas del colegio. Cada una de ellas me dio una versión diferente del proceso, pero todas tenían una opinión común: la circuncisión es intensamente dolorosa y debía estar preparada para mucho sangrado. Y, aún así, las amigas con las que hablé me alentaron a circuncidarme.

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