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Todas las naciones tienen un mito fundador. Para la China comunista, es la Larga Marcha: historia equivalente a la de Moisés dirigiendo el éxodo de los israelitas desde Egipto. Yo me crié con ella.
Se puede exponer el mito sucintamente. El joven Partido Comunista y sus tres Ejércitos Rojos fueron expulsados de sus bases en el Sur a comienzos del decenio de 1930 por el gobierno nacionalista de Chiang Kaishek. Perseguidos y hostigados por sus enemigos, cruzaron altas montañas, ríos turbulentos y praderas intransitables, dirigidos por Mao de victoria en victoria. Al cabo de dos años y 15.000 kilómetros de aguante, valor y esperanza contra increíbles penalidades, los Ejércitos Rojos llegaron a la China nordoccidental. Sólo quedaba una quinta parte de los 200.000 soldados deshechos, destrozados, pero desafiantes. Un decenio después, contraatacaron, derrotaron a Chiang Kaishek y lanzaron la Nueva China de Mao.
¿Hasta qué punto responde a la realidad el mito fundador de China?
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