La política de la subcontratación empresarial

Hace varios años, en Delhi, llamé a una empresa de control de plagas para que eliminaran unas termitas que había en mi departamento. Un hombre del sur de la India con una agradable sonrisa llegó con botes de productos químicos y una jeringa grande. Hacía su tarea de manera meticulosa. Cada vez que rociaba, una nubecilla se posaba por todas partes. Le pregunté si aquello iba a funcionar en realidad. Sonrió reconfortantemente y me dijo “Señor, no tiene por qué preocuparse. Este producto es muy fuerte. Está totalmente prohibido en los Estados Unidos”. Salí de la habitación mientras él preparaba la jeringa para administrar otra dosis.

Recordé este incidente después de dar una conferencia en Helsinki sobre estándares laborales globales. Cuando concluyó mi plática, me enfrasqué en un animado debate con el público sobre el desarrollo de estándares globales para los mercados laborales. Un mundo globalizado, donde los bienes, el capital y la contaminación de un país fluyen hacia otros, inevitablemente necesitará normas y leyes comunes. Pero como queda ilustrado con la respuesta del empleado de control de plagas, lo que para unos es veneno, para otros puede ser tranquilidad. El establecimiento de estándares comunes en un mundo tan desigual como el nuestro generará muchos temas polémicos.

El impacto de la subcontratación de procesos empresariales (BPO, por sus siglas en inglés) sobre los mercados laborales de muchos países en desarrollo es un buen ejemplo. Dados los avances tecnológicos en las comunicaciones electrónicas y los aumentos en amplitud de banda, ahora se puede trasladar empleos que se realizaban en naciones industrializadas, pero que no requieren de interacción personal, a países más pobres, que tienen mano de obra barata, una fuerza laboral capacitada y altos niveles de conocimientos de computación.

https://prosyn.org/HRbuMjoes