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El dilema del paracetamol

WELLINGTON – El paracetamol (conocido como acetaminofeno en Estados Unidos) es una de las drogas más usadas en el mundo. Es la medicación preferida para aliviar la fiebre y el dolor por sus características de seguridad. Sin embargo, hace 10 años, se propuso la hipótesis de que el uso del paracetamol puede aumentar el riesgo de desarrollar asma. Se sugirió que la utilización de paracetamol en lugar de aspirina para tratar a niños en Estados Unidos durante la década de 1980 puede haber contribuido a la creciente prevalencia del asma infantil que se observó durante este período.

El uso de paracetamol en lugar de aspirina, propusieron los investigadores, puede haber derivado en una mayor respuesta inmune alérgica, aumentando así la susceptibilidad al asma y a otros trastornos alérgicos. Desde entonces, varios estudios epidemiológicos reportaron una asociación entre el asma y la exposición al paracetamol en el vientre materno, en la niñez y en la adultez. Estos estudios llevaron a la sugerencia de que el uso de paracetamol puede representar un factor de riesgo importante en el desarrollo de asma.

La última evidencia que respalda esta hipótesis surge de un importante estudio epidemiológico internacional del asma infantil que se publicó recientemente en la revista médica The Lancet . En este análisis, del Estudio Internacional de Asma y Alergias en la Niñez (ISAAC, por su sigla en inglés), participaron más de 200.000 niños entre seis y siete años de 73 centros en 31 países. Los padres o tutores de los niños completaron cuestionarios por escrito sobre síntomas actuales de asma, rinitis (fiebre del heno) y eczema, y sobre varios factores de riesgo, entre ellos el uso de paracetamol para la fiebre en el primer año de vida del niño y la frecuencia en el uso de paracetamol en los últimos 12 meses.

El estudio identificó que el uso de paracetamol para la fiebre en el primer año de vida estaba asociado con síntomas de asma en los niños de seis y siete años. La asociación estaba presente en todas las principales regiones del mundo, con un aumento estimado del riesgo del 46% después de ajustarse otros factores de riesgo.

También se observó una asociación dosis-dependiente entre los síntomas de asma en los niños de 6 y 7 años y el uso de paracetamol en los 12 meses anteriores. Se detectaron asociaciones similares entre el uso de paracetamol y el riesgo de síntomas severos de asma. La proporción de casos de asma atribuibles a la exposición al paracetamol se calculó entre 22% y 38%.

También se asoció el uso de paracetamol tanto en el primer año de vida como en los niños de 6 y 7 años con un mayor riesgo de síntomas de rinitis y eczema. Esto sugiere que el potencial efecto del paracetamol no se limita a las vías respiratorias y puede afectar a varios sistemas orgánicos.

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Este estudio no se dedicó a identificar los mecanismos potenciales que podrían estar detrás de la asociación entre el paracetamol y el asma (y otros trastornos alérgicos). Pero otros investigadores han propuesto una cantidad de mecanismos factibles, principalmente relacionados con el efecto negativo del paracetamol en la capacidad del organismo para soportar el estrés oxidante y su potencial incremento de la respuesta inmune alérgica.

Los autores destacaron que no podía establecerse una causalidad a partir de un estudio retrospectivo de este diseño debido a las numerosas predisposiciones potenciales que pueden confundir la asociación. Por ejemplo, se sabe que las infecciones virales del tracto respiratorio en la infancia como el virus sincitial respiratorio (VSR) están asociadas con un mayor riesgo de asma posteriormente en la niñez y que el uso de paracetamol para estos episodios podría haber causado confusión en el estudio.

El estudio contribuyó al debate sobre si es beneficial tratar la fiebre en los niños, una cuestión analizada extensamente por Fiona Russell y unos colegas suyos en el Boletín de la Organización Mundial de la Salud. Ellos proponen que la evidencia científica disponible sugiere que la fiebre es una respuesta universal, antigua y normalmente beneficial a la infección, y que su supresión en la mayoría de las circunstancias tiene pocos beneficios comprobables, si es que los tiene.

Por el contrario, sugieren que eliminar la fiebre ocasionalmente puede producir efectos dañinos, y concluyen que no debería alentarse el uso generalizado de drogas para bajar la fiebre. Recomiendan que, en los niños, se limite su utilización a situaciones de fiebre alta, malestar evidente o condiciones conocidas como dolorosas.

En lo que sí concuerdan es en la necesidad de pruebas aleatorias controladas de los efectos a largo plazo del uso repetido de paracetamol en los niños. Sólo entonces será posible desarrollar lineamientos basados en evidencia para su uso recomendado.

Al no contar todavía con los resultados de una investigación de estas características, el paracetamol sigue siendo la droga preferida para aliviar el dolor y la fiebre en la niñez, a ser utilizada de acuerdo con las pautas de la OMS, que recomiendan que se reserve para los niños con fiebre alta (38,5° o más).

El uso de aspirina en niños jóvenes está contraindicado, debido al riesgo del síndrome de Reye, una complicación rara pero grave. El paracetamol sigue siendo la droga preferida para aliviar el dolor o la fiebre en niños o adultos con asma, porque la aspirina u otras drogas antiinflamatorias no esteroidales pueden provocar ataques de asma en personas susceptibles a esta condición.

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