El FMI Desangra a Argentina

Cuando explotó la crisis financiera de Argentina, asigné la responsabilidad principal a Argentina misma, más que a las instituciones internacionales como el FMI. Ahora, medio año después, es necesario reconsiderar el balance de la responsabilidad. A pesar de que Argentina es, en el último análisis, principalmente responsable de su destino, el FMI no está ayudando. El problema no es sólo, o incluso principalmente, la lentitud del FMI para proveer dinero a Argentina. El problema mayor es la escasez de ideas correctas por parte del FMI.

Al FMI le hace falta tener una clara idea de lo que debe hacer en Argentina. Sigue machacando sólo un tema: que la crisis económica de Argentina es resultado del libertinaje fiscal, resultado de un gobierno que vive más allá de sus posibilidades. Entonces, enfatiza en la necesidad de que Argentina recorte sus gastos presupuestarios. Conforme empeora la crisis de Argentina, con una producción que caerá sin duda entre 10% y 15% este año y con un inmenso desempleo, el FMI sigue pidiendo más recortes. Esto es similar a la práctica médica del siglo XVIII, cuando los doctores "trataban" a los pacientes febriles "sangrándolos", debilitándolos más y a menudo apresurando su muerte.

Ese esquema del FMI fue abandonado en los países ricos hace alrededor de setenta años, durante la Gran Depresión. Cuando la producción cayó debido a una profunda crisis bancaria y financiera (relacionada con el colapso del estándar del oro), las rentas fiscales cayeron a plomo en Estados Unidos y en Europa y los gobiernos conservadores intentaron recortar el gasto presupuestario para limitar los déficits presupuestales. Conforme recortaron, el producto cayó más y la miseria económica se profundizó. En 1936, John Maynard Keynes demostró lo fútil que es intentar balancear el presupuesto cuando se está justo enmedio de una depresión económica.

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