La geopolítica del futbol

En futbol, las derrotas nunca son definitivas, pero siempre son apasionadas. Para los amantes del futbol, habría que haberle dado el Premio Nóbel de la Paz desde hace mucho a la FIFA (el órgano rector del futbol internacional). Para otros, desesperados por el futbol y las emociones que provoca, el deporte ya no es un juego, sino una especie de guerra que alborota los sentimientos nacionalistas más bajos.

¿Existe una relación entre el futbol (y los deportes en general) y el espíritu de nacionalismo y militarismo? Durante la Edad Media, los deportes solían estar prohibidos en Inglaterra, porque se practicaban a expensas del entrenamiento militar. Después de la derrota de Francia ante la Alemania de Bismarck en la guerra franco-prusiana, el Barón Pierre de Coubertin (que reinició los Juegos Olímpicos algunas décadas después) recomendó dar un énfasis nacional renovado a los deportes, que en esa época se consideraban como una forma de preparación militar.

En un partido de futbol, los rituales --el ondear de las banderas, los himnos nacionales, los cantos colectivos-- y el lenguaje que se utiliza (cuando el partido empieza, inician las hostilidades, se dispara hacia la portería, se destroza a la defensa, se lanzan "cañonazos") refuerzan la percepción de que se trata de una guerra por otros medios. Y, de hecho, una guerra verdadera empezó a causa del futbol. En 1969, Honduras y El Salvador chocaron militarmente después de un partido de calificación para el Mundial.

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