wb457.jpg Mark Weber

¿La Hora de Europa, o la Hora más oscura de Europa?

COPENHAGUE – Hasta el momento, los líderes europeos han estado sobre todo preocupados de encontrar respuestas nacionales a la crisis económica global. En particular, los líderes de la "Vieja Europa" se han mostrado renuentes a abrir el bolsillo para los países de la “Nueva Europa”. Si esta actitud termina imponiéndose, existe el serio peligro de que el Proyecto Europeo llegue a un punto de parálisis, lo que no sólo retardará la reanudación del crecimiento económico sino que tendrá además graves consecuencias políticas.

Los nuevos miembros centroeuropeos y europeos del este de la UE se han visto golpeados de modo mucho más fuerte por la crisis que los estados miembros más antiguos; están mucho menos preparados en lo sicológico y lo social para enfrentar la situación. Muchos sintieron una gran desilusión cuando este mes los líderes europeos rechazaron sus peticiones de crear un programa de apoyo especial para ellos. Por supuesto, la Canciller alemana Angela Merkel estaba en lo correcto al señalar que se debe tratar a cada país según su situación específica. No obstante, tanto ella como sus colegas deberían haber manifestado un respaldo más claro y empático hacia los nuevos estados miembros.

Las emociones y las expectativas eran altas cuando las nuevas democracias del ex Bloque Oriental se unieron a la UE hace apenas cinco años. Hasta que se sintieron los efectos de la crisis el año pasado, la ampliación había demostrado ser un negocio rentable para la Vieja Europa: los altos índices de crecimiento en la mayor parte de la Nueva Europa insuflaron energía a las alicaídas economías de la Vieja Europa, para gran sorpresa de quienes habían predicho que la ampliación se convertiría en una soga que asfixiaría cada vez más los cuellos de los estados miembros ya afianzados.

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