La UE, Serbia y los Balcanes

BRUSELAS: El 24 de septiembre, a pesar de un sistema fuertemente amañado en su contra, el pueblo de Serbia votó –con una enorme participación– en favor de la primavera, después de un largo invierno político. Exigían un nuevo comienzo para su país – la oportunidad para que las penurias económicas y políticas que soportaron durante los últimos años pasaran a la historia. Hoy ya tienen ese nuevo comienzo. Diez años después que el resto de la Europa poscomunista, Serbia debe comenzar a establecer una sociedad democrática y abierta. La UE ha dejado en claro su disposición para ayudar a que una Serbia democrática se reencuentre con la familia europea.

La UE simboliza uno de los intentos más exitosos en la historia para que pueblos y países superen las divisiones a través de la asociación y la cooperación, donde la competencia basada en reglas equitativas ha sustituido a los conflictos armados. Hace cincuenta años, pocos hubieran creido que eso fuera posible. Gran parte de Europa Occidental estaba en ruinas. Los enconos permanecían latentes. Con el apoyo generoso de los Estados Unidos, construimos una comunidad robusta de democracias, cuya riqueza económica y libertad política nos permitieron enfrentar con firmeza a la tiranía. Los enconos en Yugoslavia, y su economía en ruinas, deben encararse con un espíritu similar.

La trayectoria de la UE ha sido clara. Cuando el comunismo cayó, nos dispusimos a ayudar a los países de Europa Oriental a establecer la democracia y a llevar a cabo la transición hacia la economía de mercado. Lo hicimos con el mismo compromiso y con la misma fe en su capacidad para tener éxito que los Estados Unidos dedicaron a la reconstrucción de Europa Occidental después de la Segunda Guerra Mundial.

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