El reto del comercio de los biocombustibles

En el público y en quienes formulan políticas hay, con razón, una creciente preocupación acerca del cambio climático y sus consecuencias. Combatirlo es un reto enorme y verdaderamente global que exige medidas locales, nacionales e internacionales. Debemos enfrentarlo de manera eficaz y urgente.
Un aspecto clave para poder cumplir nuestros objetivos climáticos es reducir los efectos dañinos del transporte sobre el medio ambiente. Los así llamados "biocombustibles", como el bioetanol y el biodiesel, así como el desarrollo de los de próxima generación, juegan un papel en esto. Después de todo, cada litro de petróleo que se sustituye con uno de biocombustible beneficia al medio ambiente.


Varios países del mundo son productores o están comenzando a producir biocombustibles, y la producción global está aumentando rápidamente. Por ejemplo, la producción mundial de bioetanol se duplicó entre 2000 y 2004 y se espera que se vuelva a duplicar para el año 2010.

A medida que aumenta la producción de biocombustibles, quienes formulan las políticas deben asegurarse de que la oferta mundial se distribuya de manera eficaz y transparente entre los países que los producen y aquellos que los consumen. La manera más eficiente de asignar recursos globales es establecer condiciones libres y abiertas para el comercio internacional, aprovechando al máximo las ventajas competitivas de los países específicos. Este principio también es válido para el emergente mercado de los biocombustibles.
Sin embargo, en la actualidad el comercio de biocombustibles es limitado. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, el comercio mundial de bioetanol representó menos del 10% de la producción global en 2004, lo que sugiere un gran potencial comercial desaprovechado. Sin duda, parte de la explicación radica en la presencia de importantes barreras al comercio.

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