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El punto de inflexión de los ayatolás

SOUTHAMPTON (INGLATERRA) – Una vez que las multitudes salieron a la calle en Teherán, quien conociera el guión podía comenzar a contar: si hoy hay protestas en masa, mañana habrá amenazas de represalias en nombre de la “seguridad nacional”. El tercer día, veremos a periodistas encarcelados y medios de comunicación cerrados; el cuarto día, represalias sangrientas contra los que protestan por parte de la policía secreta; el quinto día, detenciones de figuras principales de la oposición. En efecto, conforme a lo previsto, en el plazo de una semana se pusieron en marcha cada una de esas medidas en el Irán.

Esas diez mismas medidas se dieron en Tailandia en 2006: en diez días y en siete días en Myanmar un año después. El guión es tan conocido a estas alturas entre los aspirantes a dictadores, que se puede tardar menos de una semana en cerrar completamente un país.

Nada de eso debe extrañar ya a nadie. Debemos entender que ese guión. corroborado por el tiempo, para el establecimiento o el reforzamiento de una dictadura existe, pero también existe una estratega contraria para abrir una sociedad cerrada. Cuando un aspirante a dictador –en cualquier sitio, en cualquier momento, de derechas o de izquierdas– quiere cerrar una sociedad abierta o iniciar una ofensiva represiva contra un movimiento democrático, sigue diez pasos clásicos: invocar una amenaza, crear cárceles secretas, crear una fuerza paramilitar, establecer un aparato de vigilancia, detener a ciudadanos arbitrariamente, infiltrarse en los grupos de ciudadanos, poner la mira en personas destacadas, perseguir a los periodistas, llamar “traición” a la crítica y subvertir el Estado de derecho.

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