WASHINGTON, DC - Mahmoud Ahmadinejad ha caído en el error que cometen todos los presidentes de Irán: ha desafiado la autoridad del líder supremo del país, el ayatolá Ali Jamenei. Está condenado al fracaso.
El desafío de Ahmadinejad es una parte predecible de la política iraní que ha llegado a ser conocida como "el síntoma del presidente", que surge de la convicción de un presidente de que, como líder elegido por el pueblo, no debe verse limitado por la supervisión del líder supremo. Sin embargo, la historia de la república islámica está llena de intentos fallidos de sus presidentes por consolidar un centro de poder independiente. En última instancia, la autoridad divina prevalece sobre la autoridad política.
Esta doble autoridad está consagrada en la Constitución de la República Islámica e inevitablemente se inclina hacia lo divino, sobre todo en el segundo mandato de un presidente. Ahmadinejad no es una excepción a esta regla. De hecho, porque ha presionado más que sus predecesores, su estrella está cayendo más rápido. Por otra parte, la controvertida elección presidencial de junio de 2009 y la crisis política que le siguió dañaron irreparablemente su legitimidad democrática.
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While China was an early mover in regulating generative AI, it is also highly supportive of the technology and the companies developing it. Chinese AI firms might even have a competitive advantage over their American and European counterparts, which are facing strong regulatory headwinds and proliferating legal challenges.
thinks the rules governing generative artificial intelligence give domestic firms a competitive advantage.
After years in the political wilderness, the UK Labour Party is now far ahead in opinion polls, with sensible plans for improving the country's economic performance. But to translate promises into results, any future government will have to do something about the elephant in the room: chronic under-investment.
explains what it will take for any political party to restore hope in the country's long-term economic future.
WASHINGTON, DC - Mahmoud Ahmadinejad ha caído en el error que cometen todos los presidentes de Irán: ha desafiado la autoridad del líder supremo del país, el ayatolá Ali Jamenei. Está condenado al fracaso.
El desafío de Ahmadinejad es una parte predecible de la política iraní que ha llegado a ser conocida como "el síntoma del presidente", que surge de la convicción de un presidente de que, como líder elegido por el pueblo, no debe verse limitado por la supervisión del líder supremo. Sin embargo, la historia de la república islámica está llena de intentos fallidos de sus presidentes por consolidar un centro de poder independiente. En última instancia, la autoridad divina prevalece sobre la autoridad política.
Esta doble autoridad está consagrada en la Constitución de la República Islámica e inevitablemente se inclina hacia lo divino, sobre todo en el segundo mandato de un presidente. Ahmadinejad no es una excepción a esta regla. De hecho, porque ha presionado más que sus predecesores, su estrella está cayendo más rápido. Por otra parte, la controvertida elección presidencial de junio de 2009 y la crisis política que le siguió dañaron irreparablemente su legitimidad democrática.
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