BEIJING – Sean cuales fueren los efectos de la agitación política en Tailandia, no están contribuyendo a la causa de la democracia en China. Las imágenes de quienes protestaban en pro de la democracia y la posterior represión durísima en el centro de Bangkok han aparecido con toda su crudeza en los medios chinos de comunicación sin parcialidad aparente. De hecho, no es necesario adornar el mensaje político que representan para China.
Si un país religioso, relativamente próspero y conocido como la “tierra de las sonrisas” puede degenerar tan rápidamente en una sangrienta guerra de clases, ¿qué ocurriría si el Partido Comunista chino perdiera su monopolio del poder? No es difícil imaginar una rebelión de los “camisas rojas” de estilo chino, con dirigentes populistas que explotan el resentimiento y jóvenes exaltados que prendieran fuego a símbolos del poder y del privilegio en Beijing. Si la democracia con libertad de partidos políticos propicia la aparición de bloques electorales violentos e intransigentes, la mayoría de las personas reflexivas preferirán el gobierno de un solo partido que garantice la estabilidad social.
Aun así, sería un error que el Gobierno chino tratara los sucesos de Tailandia como una excusa para aplazar la reforma política. La distancia entre ricos y pobres es la misma, más o menos, en los dos países y hay decenas de miles de “disturbios ilegales” con carácter de clase en China todos los años.
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The banking system we take for granted is unfixable. The good news is that we no longer need to rely on any private, rent-seeking, socially destabilizing network of banks, at least not the way we have so far.
shows why the current private system is unfixable – and why we don’t need to tolerate it anymore.
Like Vladimir Putin, China's leader is so steeped in a narrative of victimhood and fearful of appearing weak that it is hard to imagine him ever leading China out of the mess he has created. He could well be remembered as the leader who squandered history's most remarkable economic success story.
about the country's increasingly worrisome trajectory, both at home and abroad.
Artificial IdiocyFrank Rumpenhorst/picture alliance via Getty Images
BEIJING – Sean cuales fueren los efectos de la agitación política en Tailandia, no están contribuyendo a la causa de la democracia en China. Las imágenes de quienes protestaban en pro de la democracia y la posterior represión durísima en el centro de Bangkok han aparecido con toda su crudeza en los medios chinos de comunicación sin parcialidad aparente. De hecho, no es necesario adornar el mensaje político que representan para China.
Si un país religioso, relativamente próspero y conocido como la “tierra de las sonrisas” puede degenerar tan rápidamente en una sangrienta guerra de clases, ¿qué ocurriría si el Partido Comunista chino perdiera su monopolio del poder? No es difícil imaginar una rebelión de los “camisas rojas” de estilo chino, con dirigentes populistas que explotan el resentimiento y jóvenes exaltados que prendieran fuego a símbolos del poder y del privilegio en Beijing. Si la democracia con libertad de partidos políticos propicia la aparición de bloques electorales violentos e intransigentes, la mayoría de las personas reflexivas preferirán el gobierno de un solo partido que garantice la estabilidad social.
Aun así, sería un error que el Gobierno chino tratara los sucesos de Tailandia como una excusa para aplazar la reforma política. La distancia entre ricos y pobres es la misma, más o menos, en los dos países y hay decenas de miles de “disturbios ilegales” con carácter de clase en China todos los años.
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