Cooperación tecnológica

A principios de febrero, la Academia Nacional de Ingeniería de Estados Unidos publicó un informe sobre los “Grandes retos para la ingeniería en el siglo XXI”. Su objetivo es centrar la atención en el potencial de la tecnología para ayudar al mundo a encarar la pobreza y las amenazas ambientales. Esta lista incluye innovaciones potenciales como la energía solar de bajo costo, la eliminación segura del CO2 de las plantas de energía, la fusión nuclear, nuevas tecnologías educativas y el control de los efectos secundarios ambientales de los fertilizantes nitrogenados. El informe, similar a la lista de la Fundación Gates sobre “Grandes retos” en materia de salud global, resalta una nueva prioridad mundial: promover tecnologías avanzadas para el desarrollo sostenible.

Estamos acostumbrados a pensar sobre la cooperación global en campos como la política monetaria, el control de enfermedades o la proliferación de las armas nucleares. No estamos tan acostumbrados a pensar en la cooperación global para la promoción de nuevas tecnologías como la energía limpia, una vacuna contra la malaria o cultivos resistentes a las sequías para ayudar a los campesinos pobres de África. En gran medida, consideramos que las nuevas tecnologías son algo que deben desarrollar las empresas para el mercado, y no oportunidades para resolver problemas globales.

Sin embargo, dadas las enormes presiones globales a las que nos enfrentamos, incluyendo las grandes desigualdades en los ingresos y el inmenso daño ambiental, debemos encontrar nuevas soluciones tecnológicas a nuestros problemas. Por ejemplo, no hay manera de seguir ampliando el uso global de la energía en forma segura a menos que cambiemos drásticamente nuestra forma de producir electricidad, de propulsar nuestros automóviles y de calentar y enfriar nuestros edificios. Recurrir al carbón, el gas natural y el petróleo sin pensar en las emisiones de CO2, como lo hacemos actualmente, es sencillamente demasiado peligroso porque está provocando cambios climáticos que propagarán enfermedades, destruirán cultivos, producirán más sequías e inundaciones y tal vez elevarán espectacularmente el nivel del mar, inundando así las zonas costeras.

La Academia Nacional de Ingeniería identificó algunas posibles respuestas. Podemos aprovechar la energía nuclear segura, disminuir los costos de la energía solar o capturar y almacenar de manera segura el CO2 que se produce al quemar combustibles sólidos. Sin embargo, las tecnologías todavía no están listas, y no podemos esperar simplemente a que el mercado nos las entregue porque exigen cambios complejos de políticas públicas para garantizar que sean seguras, confiables y aceptables para la mayoría del público. Además, no hay incentivos de mercado para inducir a las empresas privadas a que inviertan de forma adecuada para desarrollarlas.

Consideremos la captura y secuestración de carbono. La idea es que las plantas de energía y otros grandes usuarios de combustibles fósiles deberían capturar el CO2 y bombearlo hacia sitios subterráneos de almacenamiento permanente como los viejos campos petroleros. Esto costará, digamos, 30 dólares por tonelada de CO2 almacenada, de manera que las empresas necesitarán un incentivo para hacerlo. Además, las políticas públicas tendrán que promover las pruebas y el mejoramiento de esta tecnología, especialmente cuando se utilice a gran escala.

Habrá que construir nuevos tipos de plantas de energía para que la captura del carbono sea económica; será necesario construir nuevos ductos para transportar el CO2 a los sitios de almacenaje; y se deberán diseñar nuevos sistemas de monitoreo para controlar las fugas. De igual forma, se necesitarán nuevos reglamentos para asegurar que se cumplan los procedimientos de seguridad y para asegurar el apoyo del público. Todo esto requerirá tiempo, inversiones costosas y mucha colaboración entre científicos e ingenieros en universidades, laboratorios oficiales y empresas privadas.

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Además, esta tecnología sólo será útil si se extiende su uso, en particular en China y la India. Ello plantea otro desafío de innovación tecnológica: tendremos que apoyar la transferencia de tecnología de utilidad probada a los países pobres. Si los países ricos monopolizan las nuevas tecnologías, el objetivo de la utilización a nivel mundial para resolver problemas mundiales no se cumplirá. Por ello, el desarrollo tecnológico debe incluir un trabajo internacional conjunto desde el principio.

Todo esto requerirá un nuevo enfoque global para la solución de problemas. Necesitaremos fijar objetivos mundiales y después establecer procesos científicos, técnicos y políticos que ayuden a alcanzarlos. Necesitaremos dar nuevos incentivos presupuestales para promover proyectos de demostración y apoyar la transferencia de tecnología. Y tendremos que incluir a las grandes empresas en una nueva forma de participación, ofreciéndoles incentivos suficientes y recompensas de mercado por sus logros, pero sin permitirles que monopolicen las tecnologías exitosas que se deben adoptar ampliamente.

Creo que en los próximos años este nuevo tipo de asociación entre el sector público y el privado para el desarrollo de la tecnología será uno de los objetivos principales de la toma de decisiones a nivel internacional. Buscar nuevos enfoques globales de cooperación para obtener sistemas de energía limpia, medicamentos, vacunas, técnicas mejoradas de piscicultura, cultivos resistentes a las sequías y la temperatura, automóviles de alto rendimiento y técnicas de irrigación de bajo costo.

Estos esfuerzos deben contar con un fuerte apoyo financiero de los países ricos y se deben llevar a cabo en colaboración con los países pobres y el sector privado. Los avances tecnológicos exitosos pueden dar beneficios sorprendentes a la humanidad. Esta será una época muy emocionante para los científicos o ingenieros que se enfrenten a los desafíos del desarrollo sostenible.

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