Tuberculosis y VIH: combinación infernal

Fátima vive en el occidente de Tanzania cerca del Lago Tangañica y desde hace más de un mes tiene una tos seca. Tiembla al pensar que eso pueda significar que tiene tuberculosis. Fátima sabe que lo puede averiguar y, de ser necesario, recibir tratamiento en la clínica de salud más cercana, a una hora en autobús. Considera pedirle a su esposo el dinero para el viaje (alrededor de 60 euros) pero decide no hacerlo. Además, si su prueba de tuberculosis resulta positiva, su esposo y todos sus vecinos supondrán que también tiene SIDA.

Hemos entrevistado a muchas personas que tienen tuberculosis en Tanzania y Nigeria, y los temores y preocupaciones de Fátima no son inusuales. En el África Subsahariana frecuentemente se estigmatiza a quienes tienen tuberculosis. La falta de información correcta sobre la enfermedad está muy extendida.

Esas realidades impiden que las personas que creen que tienen tuberculosis busquen tratamiento. En muchas regiones –sobre todo en las áreas rurales—la gente sigue creyendo que los pacientes con tuberculosis han sido embrujados, envenenados o, como dice un médico nigeriano, “malditos por los dioses”.

Más de medio millón de africanos y dos millones de personas a nivel mundial mueren anualmente a causa de la tuberculosis, la principal causa infecciosa de muerte para quienes tienen VIH/SIDA. Para empeorar las cosas, el VIH/SIDA está generando un dramático resurgimiento de la tuberculosis. En Tanzania, por ejemplo, el número de casos de tuberculosis aumentó casi seis veces entre 1983 y 2003, de alrededor de 12,000 a 64,5000. El VIH/SIDA ha dado como resultado un aumento anual del 6% en la frecuencia de la tuberculosis en Nigeria, que ahora tiene el mayor número de casos de tuberculosis en África.

Sin embargo, se considera que la tuberculosis es una enfermedad del pasado. La mayoría de las personas –aun aquellas que tienen el mayor riesgo de contraer la enfermedad, incluidas las que tienen VIH/SIDA—carecen de información correcta sobre los síntomas de la tuberculosis o sobre dónde buscar tratamiento. A pesar de que en muchas partes del África Subsahariana más de la mitad de los pacientes con tuberculosis son VIH positivos, la mayoría de los lugares que ofrecen pruebas para detectar el VIH/SIDA no dan servicios de diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis. Para los que sí lo hacen resulta mucho más difícil diagnosticar la tuberculosis en pacientes que tienen las dos enfermedades, porque las pruebas de diagnóstico actuales no detectan la tuberculosis activa en el 60-80% de las personas con VIH/SIDA.

Los líderes políticos de todo el mundo han contraído una serie de compromisos públicos para abordar el mortal doble impacto de la tuberculosis y el VIH/SIDA. Hace un año en Maputo, Mozambique, por ejemplo, los ministros africanos de salud declararon a la tuberculosis “emergencia regional” y se alinearon en un nuevo “Plan global para detener la tuberculosis” que incluye metas y directrices específicas para atacar la coinfección tuberculosis/VIH.

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Se han dado algunos pasos positivos. En Tanzania se ha experimentado con programas basados en las comunidades mediante los que se envía a trabajadores de la salud a los hogares de los pacientes con tuberculosis para vigilar que cumplan con los tratamientos y darles apoyo.

Sin embargo, esos esfuerzos no se han hecho a gran escala y no son suficientes para interrumpir el dramático resurgimiento de la tuberculosis provocado por el VIH/SIDA. Todavía no hay la voluntad política para implementar los compromisos que los gobiernos han contraído. Los programas de combate a la tuberculosis siguen careciendo de los recursos necesarios para afrontar el creciente número de casos; los trabajadores de la salud trabajan en exceso y se les paga poco; y se necesitan urgentemente mejores herramientas para diagnosticar y tratar la coinfección tuberculosis/VIH.

Para Fátima y miles de personas como ella, las declaraciones del gobierno sólo tendrán sentido cuando se conviertan en mejores servicios. Esto significa una expansión rápida de los centros de atención a la tuberculosis, de forma que los pacientes no tengan que elegir entre el tratamiento y cuidar de sus familias. También significa una coordinación más cuidadosa de los programas de combate a la tuberculosis y al VIH para que las personas que tienen las dos enfermedades puedan recibir tratamiento en el mismo lugar. Por último, se necesitan asistencia significativa e inversiones en investigación y desarrollo de los países ricos para que el tratamiento contra la tuberculosis sea accesible a todos.

El resurgimiento de la tuberculosis se ha convertido en una emergencia de salud grave y el mundo ya no puede demorarse en atenderla. Como afirmó Stephen Lewis, el enviado especial del Secretario General de la ONU para el VIH/SIDA en África, “La tuberculosis y el VIH interactúan con fuerza fatal – una combinación infernal”. Los activistas y los encargados del diseño de políticas contra el VIH/SIDA deben dar mucha más atención a la tuberculosis. Fátima y quienes están en su caso no merecen menos.

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