Un impuesto a los tejidos

La investigación biomédica actual es un esfuerzo conjunto que requiere las contribuciones de pacientes, universidades y la industria. Sin embargo, las leyes actuales sólo permiten que las universidades y la industria, que son quienes proporcionan los conocimientos básicos y la tecnología, se beneficien de sus contribuciones. Los pacientes, que son quienes proporcionan los tejidos, no pueden recibir compensaciones. Algunos consideran que eso es injusto porque permite que las universidades y la industria se apropien por completo de los tejidos donados por los pacientes. Otros consideran que eso es prudente porque dar compensaciones a los donadores de tejidos obstaculizaría el avance científico y el desarrollo tecnológico. ¿Hay alguna forma que sea a la vez justa y prudente de corregir este doble rasero de la investigación biomédica?

Irónicamente, el doble rasero tiene bases tanto morales como económicas. La legislación europea declara solemnemente que el cuerpo humano y sus partes no deberán ser objeto de lucro , por motivos de dignidad humana. La legislación estadounidense niega a los pacientes el derecho de propiedad de sus tejidos por razones de política económica al reconocer que tal derecho impondría a la universidades y la industria la necesidad de negociar una compensación justa con cada donador de los tejidos que utilizan para sus investigaciones. Además, comparada con las contribuciones de las universidades y la industria al producto terminado, la importancia de los tejidos con que contribuyen los pacientes es mínima. Por último, ¿por qué habrían de tener derecho los donadores de tejidos a una compensación cuando ellos o sus descendientes podrían beneficiarse a la larga de los avances tecnológicos a los que contribuyen?

Quienes se oponen al doble rasero se basan en los principios de equidad y justicia distributiva. Consideran que el doble rasero es una posible fuente de desconfianza del público en los esfuerzos de investigación biomédica. De hecho, las contribuciones de los pacientes a ese esfuerzo ya no son mínimas, puesto que proporcionan a las universidades y la industria compilaciones cruciales de tejidos e información médica relacionada con ellos. En consecuencia, están abandonando cada vez más la participación altruista y están exigiendo compensaciones por sus tejidos. Sin embargo, dada la legislación europea y estadounidense actual, esas reclamaciones exigen una nueva base jurídica para ser válidas y poderse observar. Se han propuesto varios modelos.

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