EDIMBURGO – La persecución por motivos de género es un serio crimen contra la humanidad. Muchos miembros del régimen talibán en Afganistán son responsables de haber creado un apartheid de género, al negar a niñas y mujeres el acceso a educación; y por eso es posible y necesario hacerles rendir cuentas conforme al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
En el segundo aniversario de la reconquista del poder por los talibanes, el fiscal general de la CPI debe tomar medidas legales contra los individuos responsables de acciones que constituyen las violaciones de derechos humanos más evidentes e inaceptables, movidas por un afán de venganza, que hoy se estén realizando en forma sistemática y con saña contra mujeres y niñas. Si se permite su continuidad sin una oposición internacional sostenida, estos abusos sentarán un precedente aterrador para otros regímenes donde la discriminación contra las mujeres sigue siendo endémica.
Es el mejor momento para hacerlo: tras dos años de represión creciente, parece haber divisiones en el régimen de Kabul, que se apresuró a implementar una serie de edictos religiosos dictados por el clero desde Kandahar. A las acciones que emprenda la CPI por su cuenta, la comunidad internacional puede complementarlas con una serie de iniciativas que sumen presión al régimen para que cambie de rumbo.
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Rather than reducing concentrated market power through “disruption” or “creative destruction,” technological innovation historically has only added to the problem, by awarding monopolies to just one or a few dominant firms. And market forces offer no remedy to the problem; only public policy can provide that.
shows that technological change leads not to disruption, but to deeper, more enduring forms of market power.
The passing of America’s preeminent foreign-policy thinker and practitioner marks the end of an era. Throughout his long and extraordinarily influential career, Henry Kissinger built a legacy that Americans would be wise to heed in this new era of great-power politics and global disarray.
reviews the life and career of America’s preeminent foreign-policy scholar-practitioner.
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EDIMBURGO – La persecución por motivos de género es un serio crimen contra la humanidad. Muchos miembros del régimen talibán en Afganistán son responsables de haber creado un apartheid de género, al negar a niñas y mujeres el acceso a educación; y por eso es posible y necesario hacerles rendir cuentas conforme al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
En el segundo aniversario de la reconquista del poder por los talibanes, el fiscal general de la CPI debe tomar medidas legales contra los individuos responsables de acciones que constituyen las violaciones de derechos humanos más evidentes e inaceptables, movidas por un afán de venganza, que hoy se estén realizando en forma sistemática y con saña contra mujeres y niñas. Si se permite su continuidad sin una oposición internacional sostenida, estos abusos sentarán un precedente aterrador para otros regímenes donde la discriminación contra las mujeres sigue siendo endémica.
Es el mejor momento para hacerlo: tras dos años de represión creciente, parece haber divisiones en el régimen de Kabul, que se apresuró a implementar una serie de edictos religiosos dictados por el clero desde Kandahar. A las acciones que emprenda la CPI por su cuenta, la comunidad internacional puede complementarlas con una serie de iniciativas que sumen presión al régimen para que cambie de rumbo.
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