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Los aumentos de precios que importan a los pobres

NUEVA DELHI – La pregunta de cómo controlar mejor la inflación ha regresado a la agenda de política económica y la opinión está dividida respecto de cómo abordarla. La visión convencional hace hincapié en la necesidad de políticas monetarias más ajustadas y considera que las tasas de interés más altas y una provisión reducida de liquidez están justificadas, aún si atenúan la frágil recuperación económica que hoy está en marcha en muchos países. Otros sostienen que la inflación de hoy es transitoria, como consecuencia de cuellos de botella temporarios en las cadenas de suministro y cambios en el mercado laboral, y que se autocorregirá pronto.

En los países ricos, los responsables de las políticas todavía dependen principalmente de herramientas macroeconómicas para hacer frente a la inflación. Pero hay un conjunto de aumentos de precios que es diferente de los demás: la inflación del precio de los alimentos. Este fenómeno no sólo tiene un impacto directo mucho mayor en la vida de la gente, especialmente en las economías en desarrollo; también refleja causas más complejas y abordarlo de manera efectiva exige un conjunto completamente diferente de estrategias. Desafortunadamente, los gobiernos no las están discutiendo lo suficiente.

Esta falta de atención es profundamente preocupante. A fines de 2021, el índice de precios de alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estaba en su nivel más alto en una década y cerca de su pico previo de junio de 2011, cuando muchos advertían sobre una crisis alimentaria global. Asimismo, el incremento del año pasado fue repentino: de 2015 a 2020, los precios de los alimentos habían sido relativamente bajos y estables, pero se dispararon en promedio el 28% en 2021.

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