Lecciones de la experiencia sueca para la gestión de una crisis financiera

ESTOCOLMO – Aunque Suecia es un país pequeño, sus experiencias de gestión de la crisis financiera de principios de los años noventa pueden ofrecer lecciones valiosas para otros.

La crisis sueca empezó en 1991 cuando se registró la primera gran insolvencia en el mercado financiero. Un número de acontecimientos perjudiciales le sucedieron:

  • Gran parte del sistema bancario entró en una crisis profunda. Un banco entró en liquidación, mientras que el resto del sistema requirió de una considerable ayuda de emergencia por parte del gobierno.
  • En cuatro años, el valor de las propiedades disminuyó aproximadamente un 35%. Las acciones tuvieron un descenso de un 55% en un periodo de tres años.
  • A pesar de la tasa de interés del banco central de 500%, fue imposible defender la corona sueca, que estaba vinculada al precursor del euro, la unidad monetaria europea o ECU. La corona se depreció alrededor de 25% en el otoño de 1992, un año después de que empezara la crisis.
  • La crisis desencadenó una abrupta desaceleración económica. El PIB disminuyó un 7% durante tres años y en cinco años el desempleo aumentó un 7%.
  • Durante un periodo de tres años la deuda gubernamental se incrementó en un 50% y el déficit público alcanzó el 12% del PIB. La caída del PIB derivó en una baja de la recaudación fiscal, mientras que el desempleo en aumento condujo a un incremento automático del gasto público.

Si bien la crisis que empezó en los Estados Unidos en 2007 se ha propagado por todo el mundo,  las perspectivas para la economía estadounidense son claramente cruciales para una posterior recuperación global. Si suponemos que los Estados Unidos están experimentando una crisis financiera típica, el PIB disminuirá este año también. Se puede prever que el desempleo alcance un máximo de 12% y que la deuda pública bruta se haya incrementado un 50%, lo que corresponde a alrededor del 90% del PIB.

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