Las Vegas Shooting David Becker/ Stringer

Estados Desunidos, ¿solución al problema de las armas?

LONDRES – La masacre de Las Vegas y sus secuelas son puro Estados Unidos. Un desequilibrado acarrea veintitrés armas de asalto de alta tecnología a un cuarto en el piso 32 de un hotel, para esparcir muerte sobre los asistentes a un concierto: asesinato en masa seguido de suicidio. En respuesta, vuelve a estallar una guerra cultural: los partidarios del control contra los entusiastas de las armas, en acalorada disputa. Pero hay algo en lo que todos coinciden: no habrá demasiados cambios. Tras una semana de desgarradores funerales televisados, la vida en Estados Unidos continuará como siempre, hasta la próxima masacre.

La violencia masiva está profundamente arraigada en la cultura estadounidense. Los colonos europeos cometieron un genocidio de dos siglos contra los habitantes nativos, y establecieron una economía esclavista tan enraizada que sólo una devastadora guerra civil pudo ponerle fin (en casi todos los demás países, incluso la Rusia zarista, la esclavitud y la servidumbre terminaron por decreto o legislación: no hicieron falta cuatro años de derramamiento de sangre). Después de eso, Estados Unidos estableció y ejecutó durante un siglo un sistema de apartheid.

Hasta el día de hoy, las tasas de homicidio y encarcelamiento en Estados Unidos son varias veces superiores a las de Europa. Cada año se producen varios tiroteos con numerosas víctimas, mientras se siguen librando guerras aparentemente interminables en ultramar. En síntesis, Estados Unidos es un país con un pasado y un crudo presente de racismo, chauvinismo étnico y violencia a gran escala.

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