Especuladores en las bombas

WASHINTGTON, DC – Hasta hace unas semanas, cuando los precios del petróleo estaban en alza, existía un debate encendido sobre los roles relativos de los fundamentos económicos y la especulación a la hora de fomentar los precios del petróleo. Si bien los precios del petróleo ya han caído del pico que alcanzaron, no debe olvidarse ese debate, ya que tiene profundas implicancias políticas que los funcionarios del gobierno harían mal en ignorar.

Por supuesto, si los precios más altos se deben a los fundamentos, los mercados petroleros están funcionando como deberían. Pero si se deben a la especulación, entonces los estrategas políticos deben tomar medidas para refrenar cualquier comportamiento que haya impuesto costos inmensos e innecesarios a la economía global. Y, cuando se confronta la evidencia, todo apunta a la especulación como culpable.

Mientras que muchos participantes del mercado petrolero han culpado a la especulación, la mayoría de los economistas defienden cómo se desempeñaron los mercados petroleros y le apuntan a los fundamentos económicos. Un argumento que utilizan los economistas es que los precios más elevados se deben al dólar débil. Como el petróleo se cotiza en dólares, un dólar débil hace que el petróleo les resulte más económico a los usuarios de otros países, lo que aumenta la demanda global.

Un segundo argumento es que los precios más altos del petróleo se deben a las tasas de interés más bajas y a previsiones de precios más elevados a largo plazo. Eso supuestamente redujo la oferta al alentar a los productores a almacenar petróleo bajo tierra y bombearlo más tarde.

Un tercer argumento es que si ha de culparse a la especulación por los aumentos de precios, debería haberse producido un incremento en los inventarios de petróleo, porque los especuladores no consumen petróleo sino que lo almacenan para una venta posterior. Dado que no se ha producido un aumento en los inventarios, no hubo ninguna especulación.

Los tres argumentos son débiles. El precio del petróleo ha aumentado mucho más de lo que ha caído el dólar. Eso significa que los precios del petróleo aumentaron en otros países, lo que debería haber reducido, no aumentado, la demanda. Es más, son los altos precios del petróleo los que debilitaron al dólar, no viceversa. Esto es porque los altos precios del petróleo hicieron subir la inflación en Estados Unidos, agravaron el déficit comercial norteamericano y aumentaron la posibilidad de una recesión en Estados Unidos al actuar como un impuesto al gasto de los consumidores.

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Tampoco hubo ningún informe de recortes inusuales de producción -el eje central del segundo argumento-. Por cierto, la suba de los precios del petróleo en realidad les ofrece a los productores independientes un incentivo para fomentar la producción. La última vez que los precios reales del petróleo alcanzaron los niveles actuales fue en 1980, lo que demuestra que acaparar petróleo bajo tierra puede ser un mal negocio. La OPEP también tiene un fuerte interés en sostener la producción. Quiere mantener más bajos los precios para que perdure la adicción al petróleo de la economía global y para desalentar la sustitución tecnológica con fuentes de energía alternativas.

Finalmente, el argumento del almacenamiento no reconoce los diferentes tipos de inventarios. En consecuencia, los precios especulativos récord probablemente hayan hecho que los operadores de combustible marítimo liberaran inventario, pero esas remesas pueden haber sido compradas por especuladores que hoy son arrendatarios activos de capacidad de almacenamiento comercial. La implicancia es que los especuladores pueden hacer subir los precios y aumentar sus inventarios aunque los inventarios comerciales totales no sufran demasiados cambios.

Por otra parte, la especulación del mercado petrolero puede haber inducido una "especulación en eco", a través de la cual los usuarios finales compran productos refinados con anticipación para protegerse de alzas de precios futuras. Luego aceptan entregas en sus instalaciones de manera que los inventarios refinados totales aumentan, sin que ese aumento forme parte de los inventarios comerciales reportados.

Demostrar que la especulación es responsable de los precios más altos siempre resulta difícil, porque tiende a producirse en un contexto de fundamentos fuertes. Sin embargo, existe una evidencia considerable que indica claramente una especulación rampante en los mercados petroleros de hoy. Una señal clave es el cambio documentado en el carácter de la comercialización de petróleo, donde los especuladores (es decir, las instituciones financieras y los fondos de inversión) hoy representan el 70% de las operaciones, comparado con el 37% hace siete años.

Con respecto a los fundamentos del mercado, no se han producido cambios en las condiciones de demanda y oferta que expliquen la magnitud del salto no anticipado de los precios del petróleo. Es más, el comportamiento real de los precios del petróleo es consistente con la especulación. En junio, los precios del petróleo saltaron 11 dólares en un día, y en julio volvieron a caer 15 dólares en tres días. Esta volatilidad no encuadra en un mercado movilizado por los fundamentos.

A pesar del tamaño del mercado petrolero, la especulación puede mover los precios debido a la falta de elasticidad de la demanda y la oferta. Los cambios en la demanda de petróleo son lentos debido a la inercia actitudinal y la tecnología fija, mientras que ajustar la producción lleva tiempo. Estas características hacen que el mercado petrolero sea vulnerable a la especulación.

Estas compras especulativas apenas pueden registrarse en los inventarios, porque las compras son pequeñas comparadas con el mercado general, y por los muchos márgenes de acomodamiento del sistema de almacenamiento global. Como resultado, los precios altos impulsados por la especulación pueden persistir un tiempo considerable antes de que los fundamentos económicos los hagan bajar, como finalmente parece estar sucediendo.

Con los precios en caída, el imperativo para actuar inevitablemente tiende a ceder. Esta es la naturaleza de la respuesta actitudinal a la crisis y por qué un mal status quo puede persistir. Pero dejar el sistema sin cambios mantendrá la vulnerabilidad de la economía global a futuros brotes de especulación que no nos podemos permitir.

Consideremos cómo el brote actual hizo aumentar la inflación global, redujo los ingresos de los pobres del mundo, debilitó el dólar, profundizó el déficit comercial norteamericano, agravó la inestabilidad financiera global e incrementó la posibilidad de una recesión global. Ese es un proceso arrollador que merece una acción política urgente.

https://prosyn.org/cfL6duges