Employees of the state-owned English-language RT television network  YURI KOCHETKOV/AFP/Getty Images

¿Cuál es el punto del poder agudo?

WASHINGTON, DC – En los últimos años, Rusia y China han destinado recursos considerables a ámbitos que por lo general se asocian con el “poder blando”, término acuñado por el cientista político estadounidense Joseph S. Nye y que se entiende como la “capacidad de afectar a los demás por la atracción y la persuasión”. Ya sea directamente o a través de suplentes complacientes, los dos países han gastado miles de millones de dólares a aumentar su influencia mediante los medios de comunicación, la cultura, centros de estudios, el mundo académico y otras esferas.

Sin embargo, a pesar de estas inmensas inversiones los observadores (incluido Nye mismo) se rascan la cabeza, preguntándose por qué estos regímenes autoritarios siguen sufriendo un profundo déficit de poder blando, incluso tras haberse vuelto más asertivos en el ámbito internacional.

A Rusia y China les tiende a ir mal en las encuestas globales de opinión pública e índices de poder blando, reforzando la noción de que la atracción y la persuasión son incompatibles con el autoritarismo. En lo internacional, los autócratas no están “ganando los corazones y las mentes”. No obstante, Rusia, China y otros regímenes ambiciosos y con abundancia de recursos proyectan más influencia más allá de sus fronteras que en cualquier momento de la historia reciente, y no principalmente a través de lo que Nye llama “poder duro”, es decir, la potencia militar o coerción económica bruta.

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