FILADELFIA – Académicos y periodistas han cubierto sin cesar el ascenso del nacionalismo populista en Europa, y especialmente el de los gobiernos de línea dura de Hungría y Polonia. Si se dispone de un par de horas y una conexión a Internet, se puede aprender mucho sobre cómo ambos gobiernos han secuestrado los medios públicos, irrumpido en estaciones de televisión y periódicos de propiedad privada, debilitado los tribunales constitucionales, promovido discursos del odio contra judíos, musulmanes y otras minorías, y desatado troles en línea. Sin embargo, seguiríamos siendo incapaces de responder a la pregunta fundamental: ¿por qué estos gobiernos son tan populares?
La respuesta radica en un elemento que la mayoría de los analistas han subestimado: no son gobiernos solo nacionalistas, sino además socialistas.
Piénsese en Polonia, donde el gobernante partido Ley y Justicia (PiS) obtuvo en 38% de los votos en las elecciones parlamentarias de octubre de 2015. En abril de 2018 las encuestas de opinión le daban un 40%, a pesar de su creciente autoritarismo de derechas y las quejas oficiales de la Unión Europea.
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Piénsese en Polonia, donde el gobernante partido Ley y Justicia (PiS) obtuvo en 38% de los votos en las elecciones parlamentarias de octubre de 2015. En abril de 2018 las encuestas de opinión le daban un 40%, a pesar de su creciente autoritarismo de derechas y las quejas oficiales de la Unión Europea.
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