Cerrar la puerta del euro

LONDRES – La semana pasada, los banqueros centrales de todo el mundo se reunieron en Fráncfort para celebrar la gloria de los primeros diez años del euro. Pero para quienes provienen de los países candidatos al euro, el evento fue una ducha fría. Mientras la crisis financiera global hizo que integrar el grupo del euro parezca más urgente y necesario que nunca, los miembros de la eurozona lanzaron propuestas flotantes que no harían más que aumentar las condiciones para el ingreso.

Según la propuesta que se discutió abiertamente en Fráncfort, además de los criterios macroeconómicos de Maastricht que han estado en vigencia desde el lanzamiento del euro, se utilizaría la calidad del sistema bancario de un país como criterio adicional para el ingreso al euro. Dejando de lado la hipocresía de los gobiernos occidentales que dogmatizan sobre este tema mientras están rescatando bancos después de errores regulatorios masivos, la propuesta está plagada de defectos serios.

Para apreciar en su totalidad lo absurdo de la propuesta, consideremos el modelo de crecimiento extraordinariamente exitoso de Europa del este de las últimas dos décadas. El modelo defendido por Europa occidental y abrazado por Europa del este se ha basado en la idea de que el capital debería fluir de los países ricos en capital a los países pobres en capital. Los economistas tienen que regresar a los Estados Unidos del siglo XIX para encontrar un ejemplo de manual de crecimiento exitoso similar a éste, donde los grandes déficits de cuenta corriente se financian principalmente a través de inversión extranjera directa. Los flujos financieros han estado acompañados por una integración financiera sin precedentes, donde la mayoría de los bancos de Europa del este ahora están controlados por sus casas matrices occidentales.

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