911a560446f86f380e62d227_pa2852c.jpg

Asegurar el futuro de la energía

PALO ALTO – Los enormes problemas energéticos globales de hoy no reflejan ni mínimamente los planes empresariales básicamente del siglo XIX que tres de las principales industrias del mundo siguen persiguiendo.

Las empresas eléctricas en gran medida siguen quemando combustibles fósiles y venden la energía a los hogares y las empresas. Las compañías petroleras siguen buscando y refinando petróleo, y principalmente venden gasolina y combustible diésel. Las automotrices siguen incorporando acero en los vehículos que generalmente deben ser alimentados por combustibles a base de petróleo.

Hasta hace poco, cada una de estas industrias gigantes estaba cómoda perpetuando su sendero familiar y distendido del siglo XIX en el siglo XXI. Todas también habían logrado que el gobierno las protegiera de cualquier necesidad de hacer cambios fundamentales.

Pero los acontecimientos recientes están empezando a crear mares cada vez más pesados para estas industrias. De hecho, muchos analistas detectan tormentas acechantes de proporciones épicas. ¿Qué fue lo que sucedió?

Primero, la evidencia del cambio climático ha empezado a convencer a casi todos los climatólogos y muchos otros observadores informados de que la actual estrategia para producir y utilizar energía es muy peligrosa para la biósfera. Dado que los cambios en las emisiones de dióxido de carbono, a diferencia de agentes contaminantes como el dióxido de azufre o el dióxido de nitrógeno, no se pueden detectar fácilmente, y debido a la persistencia de varios siglos de CO2 en la atmósfera, el problema de reducir su nivel en la atmósfera es mucho más difícil de resolver que otros problemas ambientales.

Tampoco estamos acostumbrados a lidiar con un potencial cambio climático exponencial , ya que fenómenos como el calentamiento derivan en la liberación de carbono de la tundra, acelerando así el calentamiento. El debate público también está impregnado por una mentalidad de "todo o nada", donde los escépticos sostienen que si una porción del cambio climático tiene causas naturales (digamos, como consecuencia de que el eje de la Tierra se inclina por un período de milenios), entonces el cambio climático no puede ser antropogénico en absoluto.

Subscribe to PS Digital
PS_Digital_1333x1000_Intro-Offer1

Subscribe to PS Digital

Access every new PS commentary, our entire On Point suite of subscriber-exclusive content – including Longer Reads, Insider Interviews, Big Picture/Big Question, and Say More – and the full PS archive.

Subscribe Now

Sin embargo, existen todas las razones para que intentemos mitigar al menos la porción antropogénica del cambio climático causado por las emisiones de CO2 y otras prácticas peligrosas, como la deforestación.

Es más, existe una preocupación cada vez más profunda respecto de dos tipos de problemas de seguridad vinculados a la energía: el creciente riesgo de violencia que surge de la naturaleza del uso que hacemos de la energía y el alto costo de esa energía.

El principal riesgo de violencia creada por la naturaleza del propio sistema de electricidad es el peligro de serios cortes de energía debido a ataques físicos o cibernéticos a la cada vez más frágil grilla de transmisión y distribución.

Con respecto al petróleo, que domina el transporte, la alta concentración de depósitos en Oriente Medio, especialmente aquellos que se pueden explotar al menor costo, hace que los países importadores de petróleo sean rehenes tanto de los ataques terroristas a la infraestructura petrolera como de los precios determinados por los monopolios. La OPEP utiliza los recortes de producción, en la medida de lo posible, para mantener los precios a niveles que son al menos un orden de magnitud sobre el costo de producción más un retorno razonable.

Como señaló Paul Collier de la Universidad de Oxford, la preponderancia de las dictaduras y los reinos autocráticos en las filas de los principales exportadores de petróleo indica que, donde existen estas gigantescas rentas económicas, se crean presiones en contra de la diversificación económica y la democratización. La mayor parte del terrorismo, en última instancia, está financiado por el petróleo.

Lo que Collier llama "los mil millones del fondo", la sexta parte más pobre del mundo, son los que más padecen los precios elevados del petróleo. La pesada deuda nacional y el alto costo de la energía son problemas para los países relativamente adinerados, pero representan un desastre para el África subsahariana y el resto de los pobres del mundo.

Entonces, ¿cuáles pueden ser las soluciones? En primer lugar, como dice la activista energética Anne Korin, necesitamos hacer con el petróleo lo que se hizo con la sal hace apenas más de un siglo. La sal había sido una materia prima estratégica durante milenios -los países libraron guerras por minas de sal- porque era la única manera de preservar la carne. Pero la llegada de la electricidad, la refrigeración y la congelación pusieron fin relativamente rápido al monopolio de la sal. Todavía sigue siendo una materia prima útil, pero ya nadie considera que las minas de sal sean instrumentos de poder e influencia nacional. Es necesario que el petróleo sufra urgentemente un destino similar.

El monopolio del petróleo sobre el transporte puede verse destruido en parte por la electrificación (a través de vehículos eléctricos híbridos enchufables, por ejemplo) y también por los biocombustibles de segunda generación, como el butanol de materias primas celulósicas, y por biocombustibles basados en algas y desechos.

Los estudios demuestran claramente que, con tarifas que varían según el momento del día, la electrificación de los vehículos crea escasa necesidad de nuevas plantas generadoras de electricidad. Además, aún con las grillas eléctricas con alto contenido de carbón, los vehículos electrificados emiten menos CO2 que los vehículos alimentados a gasolina y diésel. Y, a medida que se limpien las emisiones de CO2 de la grilla, el papel de los vehículos como una fuente de emisiones disminuirá.

Es crucial mejorar la eficiencia del uso de la electricidad, especialmente en la iluminación, que representa una porción muy importante en la demanda. Los diodos emisores de luz (LED por su sigla en inglés) están empezando a liderar el camino. Muchos países también pueden aprender mucho del uso creativo que hace Dinamarca del calor residual para la cogeneración.

La energía solar está empezando a ganar una prominencia sustancialmente mayor, en especial para fábricas más pequeñas y azoteas. Alemania, con sus tarifas reguladas, ha liderado el camino a la hora de alentar este tipo de usos solares, y esta estrategia está empezando a ser adoptada a nivel estatal en Estados Unidos.     

Las reducciones en el costo de la energía solar, las mejoras en la eficiencia y las mejores baterías y otros medios de almacenamiento de electricidad están ayudando a hacer posible un mundo de generación de energía cada vez más distribuida, basada en fuentes renovables. Eso, a su vez, promete una mayor libertad de los peligros creados por nuestras grillas eléctricas vulnerables y nuestra dependencia del petróleo.

https://prosyn.org/WJqoQP0es