james174_nuthawut somsuk_getty images_covid economics Nuthawut Somsuk/Getty Images

El equivalente financiero a una vacuna

PRINCETON – La COVID-19 está ampliando dramáticamente una grieta mundial que ya era evidente mucho antes de la crisis actual, solo algunos países han podido cubrir los costos de la pandemia y los confinamientos con grandes medidas fiscales gracias al apoyo de los bancos centrales, que están comprando grandes emisiones de deuda gubernamental. La mayoría de los países enfrentan crecientes costos de endeudamiento y, por lo tanto, no pueden permitirse una respuesta fiscal robusta. De hecho, las condiciones actuales para el endeudamiento dividieron al mundo entre quienes tienen y quienes no o, mejor dicho, quienes pueden y quienes no. Si esta división continúa, puede desbaratar la globalización por completo.

Los países ricos pueden prever un largo período con tasas de interés excepcionalmente bajas, aun cuando la deuda gubernamental se haya disparado a un ritmo inédito en épocas de paz. El dinero de los bancos centrales se considera cada vez menos como un pasivo que como un tipo de capital accionario que representa la participación de los ciudadanos en un esfuerzo nacional. Ese enfoque generaría una nueva visión del propio concepto de ciudadanía y la forma en que el dinero puede lograr que una comunidad siga funcionando.

Pero esa no es una opción para los desposeídos. Por ejemplo, cuando Turquía intentó hacer frente a la COVID-19 con una inundación de crédito barato, su moneda colapsó y se vio obligada a desandar sus pasos elevando las tasas de interés. Después de tratar de que el acceso al crédito barato fuera central para su doctrina política, el presidente Recep Tayyip Erdoğan tuvo que dar marcha atrás para recuperar la credibilidad.

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