The price of Euro and US dollars Daniel Leal Olivas/Getty Images

La resurrección de los ajustes para países acreedores

LONDRES – Si se tiene en cuenta todo el discurso proteccionista que lanza el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump, causa sorpresa que nadie haya mencionado, y mucho menos intentado invocar, una herramienta obvia para abordar los persistentes desequilibrios en la balanza de pagos: la cláusula de la “moneda escasa” del Acuerdo de Bretton Woods del año 1944”.

Esa cláusula, contenida en el Artículo 7 del acuerdo, autoriza a los países, “previa consulta con el Fondo [Monetario Internacional], a imponer temporalmente limitaciones a la libertad de operaciones de cambio de moneda en moneda escasa”; y otorga a esos países “jurisdicción plena para determinar la naturaleza de tales limitaciones”. La moneda de un país se considera escasa en el mercado de divisas si la misma importa más de lo que exporta – lo que en otras palabras quiere decir en caso de que se tenga un déficit en cuenta corriente.

La cláusula de la moneda escasa tiene una historia interesante. En su plan original para la fundación de un Banco Internacional de Compensación, el economista británico John Maynard Keynes propuso un rango creciente de sanciones contra los Estados miembros que mantuvieran saldos acreedores de forma continua (y sanciones menos onerosas para los países con saldos deudores persistentes). La idea era presionar a los países para que redujeran sus superávits en cuenta corriente. Los países con superávit no se verían impedidos de gastar su dinero libremente, pero no se les permitiría acopiarlo.

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