LONDRES – Hace unos días, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, recurrió a Twitter -su medio preferido- para declarar que no necesitaba del permiso de China para contactar a Taiwán, porque China no le pedía permiso para devaluar su moneda. En ese momento, mi esperanza de que el cambio radical personificado por Trump fuera económicamente beneficioso para Estados Unidos disminuyó.
Creo que las economías desarrolladas necesitan una sacudida para dejar atrás su malestar post-2008 y su excesiva dependencia de una política monetaria laxa. Dada la tendencia de Trump a alborotar las cosas, parecía un buen candidato para la tarea. Pero si la alteración de Trump realmente fuera a ayudar a Estados Unidos, necesitaría centrarse en los puntos económicos esenciales, más que en memes populistas simplistas -y muchas veces falsas.
A juzgar por sus acusaciones contra China, parece que Trump simplemente está agitando el bote y exasperando a sus seguidores -no impulsando ningún tipo de agenda constructiva-. Después de todo, cualquier observador razonable de China -incluidos algunos de los propios asesores de Trump, con quienes he trabajado en el pasado- sabe que el país no ha devaluado su moneda por algún tiempo.
To continue reading, register now.
Subscribe now for unlimited access to everything PS has to offer.
Since the 1990s, Western companies have invested a fortune in the Chinese economy, and tens of thousands of Chinese students have studied in US and European universities or worked in Western companies. None of this made China more democratic, and now it is heading toward an economic showdown with the US.
argue that the strategy of economic engagement has failed to mitigate the Chinese regime’s behavior.
While Chicago School orthodoxy says that humans can’t beat markets, behavioral economists insist that it’s humans who make markets, which means that humans can strive to improve their functioning. Which claim you believe has important implications for both economic theory and financial regulation.
uses Nobel laureate Robert J. Shiller’s work to buttress the case for a behavioral approach to economics.
LONDRES – Hace unos días, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, recurrió a Twitter -su medio preferido- para declarar que no necesitaba del permiso de China para contactar a Taiwán, porque China no le pedía permiso para devaluar su moneda. En ese momento, mi esperanza de que el cambio radical personificado por Trump fuera económicamente beneficioso para Estados Unidos disminuyó.
Creo que las economías desarrolladas necesitan una sacudida para dejar atrás su malestar post-2008 y su excesiva dependencia de una política monetaria laxa. Dada la tendencia de Trump a alborotar las cosas, parecía un buen candidato para la tarea. Pero si la alteración de Trump realmente fuera a ayudar a Estados Unidos, necesitaría centrarse en los puntos económicos esenciales, más que en memes populistas simplistas -y muchas veces falsas.
A juzgar por sus acusaciones contra China, parece que Trump simplemente está agitando el bote y exasperando a sus seguidores -no impulsando ningún tipo de agenda constructiva-. Después de todo, cualquier observador razonable de China -incluidos algunos de los propios asesores de Trump, con quienes he trabajado en el pasado- sabe que el país no ha devaluado su moneda por algún tiempo.
To continue reading, register now.
Subscribe now for unlimited access to everything PS has to offer.
Subscribe
As a registered user, you can enjoy more PS content every month – for free.
Register
Already have an account? Log in