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La senda rusa hacia la premodernidad

LONDRES – El escritor ruso Piotr Chaadáyev dijo que su país «nunca avanzó junto a los demás; no guarda relación con ninguna de las grandes familiar humanas; no pertenece ni a Occidente ni a Oriente y tampoco comparte sus tradiciones». Ubicados, como estábamos, fuera del tiempo», escribió, «la educación universal de la humanidad no nos afectó».

Eso fue en 1829. La solución al «acertijo, envuelto en un misterio y dentro de un enigma» —según la descripción que hizo de Rusia Winston Churchill hace más de un siglo— sigue tan lejos hoy como entonces. El filósofo John Grayescribió recientemente que el presidente ruso Vladímir Putin «es el rostro de un mundo que la mente occidental contemporánea no entiende». En este mundo, la guerra sigue siendo parte permanente de la experiencia humana; pueden surgir combates letales por el territorio en cualquier momento; y la gente mata y muere en nombre de visiones místicas». Por eso los comentaristas occidentales y los rusos liberales están desconcertados por la denominada «operación militar especial» de Putin en Ucrania.

Las explicaciones de las acciones de Putin basadas en la personalidad son las más fáciles... y las más simplistas. Putin no está actuando ni como un jugador de ajedrez experto que calcula cada uno de sus movimientos, ni como un soberano trastornado por el poder o los esteroides.

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