Los miembros del Grupo de los Ocho: socios escépticos de Rusia

Pobre Rusia rica en petróleo. Está tratando con tanto empeño que su participación como presidente del elitista Grupo de los Ocho sea tomada en serio. El Presidente Vladimir Putin, tal vez con la esperanza de elevar el nivel de las negociaciones en la Cumbre de San Petersburgo que se celebrarán en julio, ha establecido una agenda ambiciosa. Quiere dirigir a sus colegas en conversaciones eruditas sobre educación, enfermedades contagiosas y -para asegurarse de que nadie se quede dormido- "seguridad energética".

¿Y de qué le han valido sus esfuerzos? No de mucho. La administración Bush, conducida por el Vicepresidente Dick Cheney (pero con la aprobación explícita de su jefe) recientemente acusó a Rusia de volver a sus antiguas costumbres del "imperio del mal". Putin reviró pintando a Estados Unidos como el "Camarada Lobo" listo a saltar sobre cualquier país que se vuelva vulnerable. Parece que se está creando un suspenso en torno a la manera en que Bush y Putin se saludarán cuando se encuentren en San Petersburgo.

Los europeos, por su parte, todavía están histericos por la probabilidad de verse enredados en la disputa por el gas entre Rusia y Ukrania que vació los gaseoductos durante unos días a principios de este año. Consideran que discutir con Rusia sobre "seguridad energética" es lo mismo que hablar sobre la seguridad en el agua con el Camarada Cocodrilo.

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