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Rusia actúa como estratega, no como aguafiestas

MADRID – El 1 de octubre, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky anunció el apoyo de su gobierno a un acuerdo tendente a celebrar elecciones en las provincias orientales de Luhansk y Donetsk (capturadas en gran parte por separatistas con respaldo ruso en 2014) con el objetivo final de concederles un estatuto de autogobierno especial. Fue un hecho importante, no sólo porque señala la aceptación ucraniana de un proceso que puede poner fin a las hostilidades en el país, sino también por sus implicaciones para un orden mundial convulsionado.

El último mes ha puesto de relieve la volatilidad que se está apoderando del orden internacional: del audaz ataque de Irán contra las principales instalaciones petroleras de Arabia Saudita a la apertura de un procedimiento de impeachment contra el presidente estadounidense Donald Trump. Mientras Arabia Saudita e Irán compiten por el control de Oriente Medio, y China sigue posicionándose en el orden internacional, otros tres actores importantes (Europa, Rusia y Estados Unidos) están transformando sus roles globales.

Comencemos con Rusia. Desde 2014, cuando el país invadió Ucrania y anexionó ilegalmente Crimea, la interpretación convencional ha sido que el presidente Vladimir Putin había decidido actuar como un “aguafiestas internacional”. Al fin y al cabo, el país era lo suficientemente poderoso como para causar problemas (y así salvaguardar su esfera de influencia), pero carecía de los recursos para recuperar su posición como peso pesado en el mundo.

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