BRUSELAS – Desde los escombros de dos guerras mundiales, los países europeos se unieron para lanzar lo que se convertiría en el mayor experimento del mundo en materia de unificación y soberanía cooperativa y compartida. Sin embargo, a pesar de sus impresionantes logros a lo largo de décadas, el proyecto europeo hoy corre el riesgo de desintegrarse.
Una crisis financiera no resuelta, una crisis de refugiados, un entorno de seguridad en deterioro y un proceso de negociación estancado han creado en toda Europa un contexto político tóxico e inestable en el cual el populismo y el nacionalismo prosperan. Quizá la manifestación más clara de esto sea la erosión del estado de derecho en la Unión Europea.
Dos miembros de la UE en particular, Hungría y Polonia, hoy están poniendo en peligro las normas democráticas europeas que tanto costó conseguir -minando, así, el objetivo mismo de la integración europea.
BRUSELAS – Desde los escombros de dos guerras mundiales, los países europeos se unieron para lanzar lo que se convertiría en el mayor experimento del mundo en materia de unificación y soberanía cooperativa y compartida. Sin embargo, a pesar de sus impresionantes logros a lo largo de décadas, el proyecto europeo hoy corre el riesgo de desintegrarse.
Una crisis financiera no resuelta, una crisis de refugiados, un entorno de seguridad en deterioro y un proceso de negociación estancado han creado en toda Europa un contexto político tóxico e inestable en el cual el populismo y el nacionalismo prosperan. Quizá la manifestación más clara de esto sea la erosión del estado de derecho en la Unión Europea.
Dos miembros de la UE en particular, Hungría y Polonia, hoy están poniendo en peligro las normas democráticas europeas que tanto costó conseguir -minando, así, el objetivo mismo de la integración europea.