PRINCETON – Pocas veces a la economía populista le ha ido tan bien. La economía estadounidense ruge, la bolsa se dispara y el proteccionismo de la administración Trump aparentemente ha tenido un impacto insignificante en el crecimiento. La máxima de Trump de que “las guerras comerciales son buenas” inclusive parece estar sentando bien a nivel político, confundiendo a algunos de sus críticos. Todavía insisten en que los aranceles no son deseables en general, pero ahora admiten que este tipo de medidas podrían ser apropiadas y útiles para bloquear el ascenso de China.
Un paisaje similar ha surgido en Europa, donde el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y el líder de facto de Polonia, Jarosław Kaczyński, están atravesando un buen momento gracias al pleno empleo y la escasez de mano de obra. En estas condiciones, uno de los argumentos más fuertes de los populistas es simplemente señalar que todas las advertencias de la elite globalista, los cosmopolitas de Davos, lo neoliberales y los multimillonarios sobre los peligros de la economía populista eran puros inventos. Los británicos a favor de quedarse en el Brexit detrás de “Proyecto Miedo” sobreestimaron los costos del Brexit; la economía del Reino Unido no ha colapsado después de todo.
Pero, por supuesto, es sólo una cuestión de cuándo llegará el ajuste de cuentas económico, no de si se producirá o no. El populismo no tiene que ver solamente con promesas de darle más a más gente; pero, sin esas promesas, todos los elementos culturales del populismo parecerían sencillamente caducos y reaccionarios. Y ni a los reaccionarios les gusta la política reaccionaria si los lastima en la billetera.
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PRINCETON – Pocas veces a la economía populista le ha ido tan bien. La economía estadounidense ruge, la bolsa se dispara y el proteccionismo de la administración Trump aparentemente ha tenido un impacto insignificante en el crecimiento. La máxima de Trump de que “las guerras comerciales son buenas” inclusive parece estar sentando bien a nivel político, confundiendo a algunos de sus críticos. Todavía insisten en que los aranceles no son deseables en general, pero ahora admiten que este tipo de medidas podrían ser apropiadas y útiles para bloquear el ascenso de China.
Un paisaje similar ha surgido en Europa, donde el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y el líder de facto de Polonia, Jarosław Kaczyński, están atravesando un buen momento gracias al pleno empleo y la escasez de mano de obra. En estas condiciones, uno de los argumentos más fuertes de los populistas es simplemente señalar que todas las advertencias de la elite globalista, los cosmopolitas de Davos, lo neoliberales y los multimillonarios sobre los peligros de la economía populista eran puros inventos. Los británicos a favor de quedarse en el Brexit detrás de “Proyecto Miedo” sobreestimaron los costos del Brexit; la economía del Reino Unido no ha colapsado después de todo.
Pero, por supuesto, es sólo una cuestión de cuándo llegará el ajuste de cuentas económico, no de si se producirá o no. El populismo no tiene que ver solamente con promesas de darle más a más gente; pero, sin esas promesas, todos los elementos culturales del populismo parecerían sencillamente caducos y reaccionarios. Y ni a los reaccionarios les gusta la política reaccionaria si los lastima en la billetera.
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