NUEVA YORK – Algo en lo que coinciden muchos populistas de derecha es cierta forma peculiar de autocompasión: se consideran víctimas de la prensa liberal, los académicos, los intelectuales, los “expertos”… en síntesis, las “élites”. Afirman que las élites liberales gobiernan el mundo y mandan, altivas, desdeñosas, sobre la gente común y patriota.
En muchos aspectos, es una idea anticuada. Los liberales, la izquierda, ya no dominan la política. Y la influencia que tenían los grandes diarios de centroizquierda (como The New York Times) hoy ha sido eclipsada por los programas de discusión en radio, las estaciones de cable de derecha, los tabloides (muchos de los cuales en el mundo anglófono pertenecen a Rupert Murdoch) y las redes sociales.
Pero influencia no es lo mismo que prestigio. Los grandes diarios (como las grandes universidades) todavía tienen más estatus que la prensa más popular, y lo mismo puede decirse de la educación superior. El Sun o el Bild carecen del lustre del Financial Times o del Frankfurter Allgemeine Zeitung, y las pequeñas universidades evangélicas en zonas rurales de Estados Unidos no pueden competir con el renombre de Harvard o Yale.
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En muchos aspectos, es una idea anticuada. Los liberales, la izquierda, ya no dominan la política. Y la influencia que tenían los grandes diarios de centroizquierda (como The New York Times) hoy ha sido eclipsada por los programas de discusión en radio, las estaciones de cable de derecha, los tabloides (muchos de los cuales en el mundo anglófono pertenecen a Rupert Murdoch) y las redes sociales.
Pero influencia no es lo mismo que prestigio. Los grandes diarios (como las grandes universidades) todavía tienen más estatus que la prensa más popular, y lo mismo puede decirse de la educación superior. El Sun o el Bild carecen del lustre del Financial Times o del Frankfurter Allgemeine Zeitung, y las pequeñas universidades evangélicas en zonas rurales de Estados Unidos no pueden competir con el renombre de Harvard o Yale.
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