buruma146_ VINCENT JANNINKAFPGetty Images_thierry baudet Vincent Jannink/AFP/Getty Images

La revuelta contra la superioridad moral

NUEVA YORK – Una explicación habitual del ascenso de los demagogos de derecha en todo el mundo es que muchas personas se sienten “olvidadas” por el globalismo, la tecnología, la desindustrialización, las instituciones pannacionales, etcétera. Piensan que las “élites liberales” las abandonaron, y por eso votan por extremistas que prometen “recuperar” sus países y “hacerlos grandes” otra vez.

Esta idea puede aplicarse a zonas decrépitas del este de Alemania, a los tristes viejos pueblos mineros del norte de Gran Bretaña o al “Cinturón Oxidado” del Medio Oeste estadounidense. Pero no explica la gran cantidad de votantes populistas que son relativamente prósperos; personas que por lo general ya pasan de la mediana edad, en su inmensa mayoría blancas. Es posible que ellas también se sientan superadas por cambios que las desconciertan: el ascenso de potencias no occidentales y la creciente prominencia de minorías no blancas (de allí el odio al presidente estadounidense Barack Obama y la receptividad a mitos –difundidos por Trump, entre otros– de que en realidad no nació en Estados Unidos).

Más difícil de explicar es el éxito extraordinario de un nuevo partido de ultraderecha en los Países Bajos. El Forum voor Democratie (Foro para la Democracia, FvD) ni siquiera existía hace tres años, pero obtuvo alrededor del 15% de los votos en las recientes elecciones provinciales, lo que lo convirtió en una de las facciones más grandes de la cámara alta. Las encuestas sugieren que pronto podría llegar a ser el mayor partido del país.

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