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La decisión que la izquierda debe tomar

CAMBRIDGE – Es justo decir que, hasta el momento y dentro del ámbito político, los principales beneficiarios de las fracturas sociales y económicas forjadas por la globalización y el cambio tecnológico han sido los populistas de derecha. Varios políticos, como por ejemplo Donald Trump en Estados Unidos, Viktor Orbán en Hungría y Jair Bolsonaro en Brasil, han llegado al poder porque ellos capitalizaron la creciente animosidad en contra de las elites políticas establecidas y explotaron a su favor un latente sentimiento nativista.

Los grupos de izquierda y los grupos progresistas, en gran parte, han estado desaparecidos del mapa. La relativa debilidad de la izquierda refleja en parte el deterioro sufrido por los sindicatos y los grupos laborales organizados, los cuales históricamente se constituyeron en la columna vertebral de los movimientos izquierdistas y socialistas. Sin embargo, la abdicación ideológica también ha jugado un papel importante. A medida que los partidos de izquierda se iban tornando cada vez en más dependientes de las élites educadas, en lugar de depender de la clase obrera, las ideas políticas de dichos partidos se alinearon más estrechamente con intereses financieros y corporativos.

Consiguientemente, los remedios ofrecidos por los partidos de izquierda provenientes de las corrientes dominantes continúan siendo limitados: mayor gasto en educación, mejores políticas de bienestar social, un poco más de progresividad en los impuestos, y eso sería casi todo lo que ofrecen. El programa de la izquierda consistía más en endulzar el sistema prevaleciente en lugar de abordar las fuentes fundamentales de desigualdades económicas, sociales y políticas.

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