Contra una renacionalización de Europa

NUEVA YORK – Lejos de amainar, en los últimos meses la crisis del euro ha dado un giro para peor. El Banco Central Europeo logró contener una inminente contracción crediticia apelando a una operación de refinanciación a largo plazo (LTRO por sus siglas en inglés) en la que prestó más de un billón de euros a bancos de la eurozona a un interés del 1%. Esto trajo un considerable alivio a los mercados financieros, y la recuperación resultante ocultó el deterioro subyacente; pero es improbable que ese efecto dure mucho tiempo más.

Los problemas fundamentales siguen sin resolverse; de hecho, la brecha entre los países acreedores y los deudores es cada vez mayor. La crisis entró en una fase que puede ser menos volátil, pero más destructiva.

Al inicio de la crisis, nadie imaginaba que la eurozona pudiera desintegrarse: el grado de vinculación de los activos y pasivos denominados en la moneda común era tal que desarmar la eurozona provocaría una catástrofe incontrolable. Pero con el avance de la crisis, se produjo gradualmente una reorientación del sistema financiero de la eurozona en líneas nacionales.

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