hansen1_Kent Nishimura  Los Angeles Times via Getty Images_kevinmccarthy Kent Nishimura/Los Angeles Times via Getty Images

El alto precio que pagó McCarthy

CHICAGO – Durante los últimos cuatro días, la gente dentro y fuera de los Estados Unidos no ha podido apartar la mirada del espectáculo que dio la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, mientras intentaba (fracasando en catorce oportunidades) elegir a su nuevo presidente. Ahora, el representante por California Kevin McCarthy obtuvo finalmente el puesto, tras hacer nuevas concesiones. McCarthy ganó, pero el costo para el país y para su propio partido es alarmante.

Algunos aspectos del conflicto que hemos visto esta semana en el Partido Republicano no tienen nada de nuevo: en todos los partidos hay facciones ideológicas. Pero otros representan un cambio fundamental. A diferencia de otros disidentes que en el pasado desafiaron el liderazgo del partido en el Congreso, los de esta semana pertenecen al ala más extrema. Obligando a que se les hagan concesiones, han convertido sus convicciones ideológicas personales en programa del Partido Republicano.

Los regateos republicanos de los últimos dos meses giraron en torno de la autoridad del presidente de la Cámara de Representantes, único puesto de liderazgo legislativo previsto en la Constitución. Dentro de los límites que establece la reglamentación interna, el presidente de la Cámara determina la agenda del cuerpo legislativo y moviliza la labor parlamentaria del partido mayoritario. Los escasos republicanos que sumieron en la parálisis a la Cámara querían una reducción sustancial del poder de su presidente. Ya habían obligado a McCarthy a reintroducir un cambio reglamentario que permitirá iniciar una moción de censura contra el presidente por pedido de un único miembro. Y prolongando su rebeldía le sacaron incluso más concesiones.

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