El mundo sin E.E.U.U.

NUEVA YORK – Permitidme plantear una idea radical: la amenaza más crucial que enfrenta Estados Unidos, hoy y durante el futuro previsible, no es una China en ascenso, una Corea del Norte imprudente, un Irán nuclear, el terrorismo moderno o el cambio climático. A pesar de que todo lo mencionado se constituye en amenazas reales o potenciales, los mayores desafíos que enfrenta EE.UU. son la deuda que embravece, la infraestructura que se desmorona, las escuelas primarias y secundarias mediocres, un sistema de inmigración obsoleto y un crecimiento económico lento – en resumen, los cimientos nacionales del poder estadounidense.

Los lectores de otros países pudiesen tener la tentación de reaccionar ante esta aseveración con una dosis de alegría malsana, encontrando algo más que tan sólo un poco de satisfacción ante las dificultades que enfrenta Estados Unidos. Dicha respuesta no debiese causar sorpresa. Estados Unidos y aquellos que lo representan han sido culpables de actuar con arrogancia (con frecuencia, puede considerarse a EE.UU. como la nación indispensable, pero sería mejor si otros destacan este punto); y de manera comprensible, ejemplos de incoherencias entre cómo actúa EE.UU. en la práctica y sus principios provocan acusaciones de hipocresía. Cuando Estados Unidos no se adhiere a los principios que predica a otros, engendra resentimiento.

Pero, como la mayoría de las tentaciones, se debe combatir las ansias de regodearse en las imperfecciones y arduos esfuerzos de Estados Unidos. Las personas alrededor de todo el mundo debiesen tener cuidado con lo que desean. El fracaso de Estados Unidos en el manejo de sus desafíos internos llegaría a un precio muy elevado. En verdad, lo que el resto del mundo tiene vinculado a si Estados Unidos alcanza o no el éxito es casi de tan grandes proporciones como lo que el propio EE.UU. tiene en riesgo.

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