WASHINGTON, DC – El ascenso de movimientos políticos antiglobalización y la amenaza del proteccionismo comercial han llevado a algunos a preguntarse si la economía mundial no necesita una base multilateral más sólida que permita reducir el riesgo de fragmentación. No hay que olvidar que el esquema actual (hoy bajo intensa presión) surgió del fuerte deseo de nuestros antecesores, tras la Segunda Guerra Mundial, de minimizar el riesgo de políticas nacionales de “empobrecer al vecino” como las que en los años treinta obstaculizaron el crecimiento, la prosperidad y la estabilidad mundial.
Hace casi cincuenta años, consideraciones similares impulsaron la creación de los derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional, precursores de una moneda mundial. Hoy, el renovado interés en la estabilidad del sistema monetario internacional hace que algunos (incluso dentro del FMI) se pregunten si reformular los DEG puede ayudar a revigorizar el multilateralismo.
Uno de los motivos que impulsaron inicialmente la creación de los DEG fue el temor a que una moneda nacional no pudiera a la vez satisfacer las necesidades de liquidez del mundo y actuar como un activo de reserva mundial confiable (lo que los economistas llaman “dilema de Triffin”). Con la creación de una moneda no nacional gestionada por el FMI, los países miembros buscaban introducir un activo oficial de reserva que permitiera sostener y reforzar el sistema monetario internacional.
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Given this summer's climate-driven disasters, one might think that the European political system would be devising comprehensive adaptation plans. But, despite some steps in the right direction, Europeans are only just waking up to the constitutional implications of a changing physical environment.
thinks a changing climate will force the European Union finally to embrace its political nature.
WASHINGTON, DC – El ascenso de movimientos políticos antiglobalización y la amenaza del proteccionismo comercial han llevado a algunos a preguntarse si la economía mundial no necesita una base multilateral más sólida que permita reducir el riesgo de fragmentación. No hay que olvidar que el esquema actual (hoy bajo intensa presión) surgió del fuerte deseo de nuestros antecesores, tras la Segunda Guerra Mundial, de minimizar el riesgo de políticas nacionales de “empobrecer al vecino” como las que en los años treinta obstaculizaron el crecimiento, la prosperidad y la estabilidad mundial.
Hace casi cincuenta años, consideraciones similares impulsaron la creación de los derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional, precursores de una moneda mundial. Hoy, el renovado interés en la estabilidad del sistema monetario internacional hace que algunos (incluso dentro del FMI) se pregunten si reformular los DEG puede ayudar a revigorizar el multilateralismo.
Uno de los motivos que impulsaron inicialmente la creación de los DEG fue el temor a que una moneda nacional no pudiera a la vez satisfacer las necesidades de liquidez del mundo y actuar como un activo de reserva mundial confiable (lo que los economistas llaman “dilema de Triffin”). Con la creación de una moneda no nacional gestionada por el FMI, los países miembros buscaban introducir un activo oficial de reserva que permitiera sostener y reforzar el sistema monetario internacional.
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