Reinventando el sueño europeo

PRINCETON – La crisis del euro y el reciente Jubileo de la reina Isabel parecen no tener nada en común. En rigor de verdad, imparten en conjunto una lección importante: el poder de una narrativa positiva -y la imposibilidad de ganar si esa narrativa no existe.

Haciendo referencia al desfile fluvial y a las carreras de caballos, el historiador Simon Schama habló con la BBC sobre "pequeños botes y grandes ideas". La mejor idea fue que la monarquía de Gran Bretaña sirve para conectar el pasado del país con su futuro de maneras que trascienden el carácter insignificante y desagradable de la política cotidiana. El legado de los reyes y las reinas que se remontan a más de un milenio -el simbolismo perdurable de coronas y carrozas, y la encarnación literal del estado inglés, hoy estado británico- une a los británicos en un viaje común.

Los cínicos podrían decir que se trata de la antigua rutina de pan y circo. Pero el punto es fijar los ojos y los corazones en una narrativa de esperanza y determinación -para subirle el ánimo a la población, más que para distraerla-. ¿Se supone realmente que los griegos, los españoles, los portugueses y otros europeos deben abrazar un programa de austeridad que les fue impuesto porque el criterio prevaleciente en Alemania y otros países del norte los considera derrochadores y vagos? Esas son palabras combativas, que crean resentimiento y división justo cuando más se necesita estar unido y repartir la carga.

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