La reconstrucción de la democracia venezolana

SANTIAGO – Emoción, caras jóvenes y esperanzadas, la sensación de que los mejores y más brillantes de una nación se han unido en pro de una causa noble: el escenario era un edificio de oficinas en Caracas (Venezuela) en julio de 2012, pero, para un chileno como yo, podría haber sido Santiago en octubre de 1988. El cuartel general de la campaña del candidato presidencial de la oposición, Henrique Capriles, se parece mucho al de la campaña del “No” contra el dictador de Chile hace un cuarto de siglo, Augusto Pinochet.

En aquella época, pocas personas fuera de Chile creían que se pudiese expulsar de su cargo a un dictador despiadado mediante el voto. Pero la oposición democrática venció en el plebiscito de 1988 y Pinochet tuvo que marcharse.

Hoy, algunos opinólogos internacionales se muestran igualmente escépticos ante la posibilidad de que la oposición venezolana pueda derribar al populista Hugo Chávez en las elecciones presidenciales del país que se celebrarán el 7 de octubre. Al fin y al cabo, Chávez, que ha gobernado a Venezuela desde 1999 y se encuentra en su tercer mandato presidencial, mantiene un control férreo sobre gran parte de los medios de comunicación del país y no vacila a la hora de repartir petrodólares a destajo para conservar el apoyo popular.

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